Insistir y resistir en 2025, y en lo que se viene

Marcha 25N, Día Internacional de Lucha contra la Violencia a las Mujeres, 25 de noviembre de 2025, CDMX, México. Foto © Elizabeth Sauno.

Opinión • Colectiva editorial de Ojalá • 19 de diciembre, 2025 • Read in English 

Desde Ojalá, estamos cerrando el año 2025 con la mirada puesta en una actualidad de violencias recrudecidas y en las miríadas de formas de resistencia—ambas como procesos que condensan historias de larga data.

A fines de julio publicamos un editorial que llamó a organizarnos frente a la revancha militarista, acudiendo al arco histórico de las luchas, como parte de una reflexión colectiva sobre los desafíos políticos del presente. 

Hemos seguido profundizando la cobertura situada, destacando tanto formas cotidianas de resistencia comunitaria como espacios de reflexión teórica para nutrir un sentido común disidente que nos convoca.

Desde centros comunitarios hasta iniciativas globales por Palestina, buscamos resaltar vínculos políticos y afectivos a través de nuevas claves de lectura en un momento marcado por la ofensiva reaccionaria.

Ilustración digital por @Pazconadie para Ojalá.

Lucha global por Gaza

Ahora reafirmamos de forma explícita, como hicimos a fines de julio, nuestro compromiso con Palestina. Priorizamos destacar no solo las acciones de solidaridad, sino también los efectos del genocidio y la resistencia en la región, como parte de una lucha global cuyos hilos se entrelazan.

Desde México, vimos cómo profesores de varias universidades organizaron una huelga de contenidos, mientras que la Global Sumud Flotilla logró centrar la atención en el genocidio en curso. En Chile, hogar de la comunidad palestina más grande fuera del mundo árabe, exploramos un abanico de iniciativas, desde ollas comunes a stand-up.

En octubre hubo un alto al fuego en Gaza, pero la guerra sigue y la influencia de empresas israelíes que participan en el sistema de apartheid sigue clavándose en países de Abya Yala.

El estado mexicano mantiene relaciones diplomáticas con Israel a pesar de reconocer la guerra en Gaza como un genocidio. La empresa estatal de aguas de Israel, Mekorot, ha firmado contratos con una docena de provincias argentinas. Según informa Nadia Bernal, la empresa ha sido condenada por violar los derechos sobre el agua en Palestina. Y en Colombia, Mariana Mora informó sobre ExpoDefensa, la mayor feria de la industria militar de América Latina, donde manifestantes antiguerra se enfrentaron a una brutal represión por protestar contra la presencia de la empresa de vigilancia israelí Cellebrite.

Lyzzette Sanchez Díaz, nieta de Julia Chuñil de la comunidad Gulumapu de Chile participa de la asamblea de feministas de Abya Yala en el Parque Camba Cuá el 23 de noviembre, 2025 en Corrientes, Argentina. Foto © Susi Maresca.

Transfeminismo y la lucha cuir

Concluimos nuestra serie de “Debates transfeministas”, un diálogo de notas de activistas, investigadores y militantes de distintos territorios.  A partir de la reflexión de Verónica Gago sobre los 10 años desde el primer Ni Una Menos en Buenos Aires, tuvimos perspectivas locales sobre el estado de las luchas transfeministas en México, Chile, Ecuador, Bolivia, Argentina, Estados Unidos y España.

A partir de estas reflexiones, se sumaron notas que profundizaron en definiciones clave ante la necesidad de construir anclajes conceptuales comunes que permitan nombrar las luchas y opresiones desde una perspectiva situada y latinoamericana.

Para ello contamos con la reflexión de Lorena Wolffer sobre su proceso personal y profundamente político de nombrarse transfeminista en México. Mientras tanto, Marbella Quechol entrelazó el legado del Museo Travesti de Perú con sus propias vivencias para explorar el ser travesti como identidad, práctica y acto de resistencia.

La necesidad de indagación surgió, en parte, porque estos términos no se usan con tanta frecuencia en inglés o bien significan otra cosa. Nos era importante empezar a construir un marco propio reconociendo las subjetividades interpeladas que difícilmente pueden traducirse de forma fehaciente.  

Ese abordaje situado lo acompañamos con coberturas de coyuntura. Como ya es costumbre, realizamos una cobertura de las manifestaciones del 8M en varios países de Abya Yala que dio cuenta de la diversidad de condiciones que enfrentan los feminismos.

Además, Agustina Ramos cubrió la Marcha del Orgullo en Argentina, que dio cuenta tanto de la masividad de la movilización marcada por el avance de discursos de odio y el retroceso en las políticas públicas, y Susi Maresca mandó un recado desde el Encuentro plurinacional de mujeres, lesbianxs, travestis, trans, bisexuales, intersexuales y no binaries

También compartimos una entrevista en dos partes con la activista y pensadora Fatima Ouassak, en la que exploramos las posibilidades de lucha que ofrecen la maternidad y la organización de las mujeres.

Ilustración digital creada para Ojalá © Elisa María M.V.

Defensa cuidada del territorio propio

Nos esforzamos por seguir publicando historias sobre las luchas de defensa del territorio en marcha en la región, que son muestra de las capacidades organizativas comunitarias. Como ocurre en Puerto Morelos, México, donde aumenta la presión sobre los manglares y la pesca que es sustento de la comunidad. En Oaxaca, las Mujeres Mazatecas por la Libertad consiguieron que 21 presos políticos por defender su autonomía y territorio fueran liberados después de años de protesta.

Este año también publicamos las historias de nuestro proyecto Ojalá+Resilience Fund, que financió los reportajes de cinco mujeres periodistas que trabajan en el interior de México. Las becarias escribieron artículos sobre la resistencia de comunidades de Veracruz, Oaxaca, Estado de México, Nuevo León y Chihuahua en la intersección entre el extractivismo y el crimen organizado.

También dedicamos varios artículos a cubrir diversas luchas en defensa del territorio en Argentina, donde el Gobierno busca expandir el extractivismo por todo el país: desde las salinas del norte argentino para extraer litio, hasta la Patagonia, que ha sido militarizada y la resistencia reprimida para permitir la explotación de sus vastos recursos, como la tierra, el agua, el gas y el petróleo.

Aunque la lucha frecuentemente es difícil, también recibimos buenas noticias, como las de Uruguay, donde años de organización popular lograron la cancelación del megaproyecto Neptuno, que habría privatizado el 60 por ciento del agua potable del país.

Además de la protesta, varias de las historias que publicamos reflejaron la fuerza de las luchas cotidianas, situadas en todos esos lugares donde comunidades de muchas clases y formas resisten a los intentos de subordinación e insisten en afirmar sus necesidades y deseos. 

Encontramos muestras de esa fuerza en iniciativas como el Centro Cultural Autónomo iik’naj, un espacio que busca recuperar conocimientos y prácticas tradicionales amenazados por el extractivismo en la península de Yucatán; o en las montañas de Antioquia, donde ha florecido una red de cooperativas que, con base en la organización autónoma comunitaria, se ha consolidado como un importante proveedor de alimentos en un territorio marcado por la violencia; en la simple obstinación de una joven trans mapuche de no abandonar su territorio en la Patagonia argentina o en la de artistas trans de dedicar su vida a lo que más les apasiona en Puebla.

En Brooklyn, Nueva York, dos amigos, un haitiano y un dominicano, se unen para luchar contra los intentos de dividir a dos países hermanos y combinan sus culturas a través de la gastronomía. Y en la Ciudad de México, quienes consumen cannabis desafían el estigma y la criminalización, impulsando la creación de cafés o espacios de tolerancia.

Ilustración por Karen con K para Ojalá.

Giro hacia la derecha

En los últimos meses también hemos asistido a la continuación de la (ultra)derechización de la política en América Latina. En Bolivia, la promesa del “capitalismo para todos” logró imponerse a un oficialismo enfrascado en disputas internas en medio de una agotadora crisis económica.

El domingo pasado, nos enteramos del triunfo de un pinochetista replicador del discurso antiinmigrante —en boga en el Norte global— en Chile, y en Honduras aún no se decide el ganador de unos comicios sacudidos por el intervencionismo gringo, pero los programas de las dos opciones que lideran el conteo de votos se basan en la profundización del neoliberalismo.

Este impulso no se ha quedado sin respuesta: en Ecuador, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) convocó a un paro nacional para confrontar al gobierno de Daniel Noboa, mismo que fue violentamente reprimido y forzado a disolverse. A esto le siguió un plebiscito nacional que rechazó firmemente la militarización y la presencia militar estadounidense.

Mujeres se abrazan tras participar en la marcha popular y plurinacional convocada por el pueblo indígena Kitu Kara, en el día 16 del Paro Nacional convocado por la CONAIE. Quito, Ecuador, 7 de octubre de 2025. Foto © Karen Toro.

No queda duda que hay un avance preocupante de la guerra y un nuevo empujón polarizante que intenta cancelar los múltiples esfuerzos de organización social. La militarización ha sido un espectro que surge una y otra vez en nuestra cobertura. Dada su repercusión a nivel regional, en el 2026 buscaremos indagar sobre sus efectos, discursos amenazantes y las luchas que buscan mitigarlos.

Más allá de los conflictos internacionales, también nos preocupa la generalización del discurso securitista que, en nombre del combate al crimen, el narcotráfico, la “migración ilegal”, etc., busca expandir la influencia de los ejércitos y las fuerzas del orden.

Es urgente seguir discutiendo los efectos perjudiciales del militarismo en la vida de las comunidades más impactadas, sobre todo en la de jóvenes, mujeres y disidencias, como explica la organización Intersecta. Lo reiteramos: estamos comprometides a impulsar esta discusión.

Hacemos votos para que 2026 sea un año en que las luchas, grandes y pequeñas, urgentes y pausadas, cosechen éxitos, infundan esperanza y continúen superando las trampas que plantean el pensamiento y las acciones estadocéntricos.

Colectiva editorial de Ojalá

La colectiva editorial de Ojalá se conforma por las editoras del semanario y nuestro consejo editorial.

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La resistencia Mapuche, brújula para el presente