No hay arte maya sin territorio maya
Cosecha de maíz, colores del territorio maya, en Buctzotz, Yucatán. Foto © Haizel de la Cruz.
Opinión • Haizel de la Cruz • 22 de agosto, 2025 • Read in English
La milpa (huerto de alimentos que hace uso de técnicas ancestrales para el cultivo del maíz), la cocina y las asambleas comunitarias son espacios de aprendizaje de niñes, mujeres y hombres en la península de Yucatán, México.
El 3 de mayo pasado se inauguró el Centro Cultural Autónomo iik’naj ubicado en la ciudad de Ticul, Yucatán. Reúne los tres espacios de aprendizaje —milpa, cocina y asamblea— y pretende ser un espacio de encuentro, reflexión y donde compartir pensamientos, técnicas y herramientas artísticas, cuyo objetivo es el fortalecimiento de nuestra identidad maya.
La inauguración empezó con la exposición gráfica “Chon Bolometik” del artista maya tsotsil Carlos Miguel Guayampat’z y la proyección del cortometraje Kool realizado por la Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch’ Xíimbal (Caminamos juntas, juntos). También hubo venta de libros del escritor mixteco Francisco López Bárcenas, así como stickers, pinturas, grabados, playeras y libretas.
El Centro Cultural iik’naj es autosustentable y autónomo en cuanto a su funcionamiento. En este espacio hemos realizado talleres de fotografía para niños y adultos. Las actividades se llevan a cabo mediante la cooperación voluntaria: cada uno de los que toman el taller y participan aportan lo que puedan de acuerdo a sus posibilidades. Puede ser un elote, un iswaj (tortilla dulce o salada), una arepa (tortilla dulce), un atole (bebida), semillas de calabaza, frutas, lo que gusten compartir con los demás.
Los primeros frutos se comparten en una gran celebración donde convivimos todos los seres que hicimos posible esta cosecha en Buctzotz, Yucatán. Una niña toma de la mesa elote asado que previamente fue compartido con los Yuum (guardianes). Foto © Haizel de la Cruz.
Aprender juntes
En la milpa, se nos enseña que una plantita de elote puede germinar, pero primero necesita ser recibida y acompañada por la tierra, la lluvia y el sol, quienes la ven asomarse sobre la tierra. Ahí aprendemos que nuestra relación con la naturaleza es familiar, que a través de sus imágenes, sonidos, voces, huellas, nuestros valores se van fortaleciendo. Este espacio pretende hacer nacer esa semilla (i’inaj, iik’naj), que se asome esa mirada de dignidad e identidad que está en nosotros y se fortalezca nuestra relación familiar con la naturaleza.
La palabra i’inaj se traduce como semilla, sin embargo, Pedro Uc, hombre y poeta maya, sugiere que proviene del vocablo iik’ (viento) y naj (casa). “Iik’naj es lo que realmente adquiere sentido, iik’ + naj (viento, energía, vida + casa) y, para el milpero maya, para el sembrador, para la comunidad maya, la semilla es una casa de la energía, es la casa de la vida”, me comentó Uc. “Una semilla es semejante a nosotros, a nuestro cuerpo vivo, somos casa de la energía, del aliento, de la vida”.
En la cocina encontramos el fuego, que nos ofrece sus llamas, su calor, su fuerza, su intensidad, su arrojo, ese arrojo que de niños y adolescentes tenemos cuando miramos la vida y que, con el paso del tiempo, se va apaciguando o, más bien, nos lo van apaciguando.
Alrededor de ese fuego de la cocina se comparte la palabra, las preocupaciones a las que se enfrenta la comunidad, así como este espacio, el Centro Cultural iik’naj, que pretende mantener encendida cierta llama que nos dé esperanza frente al fuego extraño de la adversidad y así alimentar nuestro fogón con leña de jabín.
Las asambleas son encuentros entre diversos seres, están los árboles alrededor del centro y debajo de ellos, a su sombra están les niñes, las mujeres, los hombres, nuestras abuelas, abuelos, los perros, las gallinas, los pájaros y hasta los cochinos; todos vienen a escuchar, dar su opinión, reflexionar y dialogar. Este espacio también pretende ser un espacio de diálogo, no de imponer un discurso sino de construir entre todos uno con nuestra mirada, nuestro pensamiento y nuestra dignidad maya.
Cosecha de calabaza en Buctzotz, Yucatán. Foto © Haizel de la Cruz.
Los principios de la cultura autónoma
Son cinco los ejes principales del Centro Cultural iik’naj. Primero, que todas las actividades que se realizarán tendrán como eje principal el fortalecimiento de nuestra identidad y autonomía maya. Segundo, que este espacio es autónomo, no es una asociación civil y mucho menos recibe financiamiento político y, tercero, que el espacio no promueve ninguna religión, este espacio no se guía por fines proselitistas y menos sectarios.
Cuarto, que el espacio sí promueve y defiende nuestra relación con la tierra, nuestros saberes, nuestras celebraciones, nuestra historia, nuestra fe, nuestra cultura y nuestras artes, la defensa del territorio es la defensa de nuestra vida maya.
Y por último, el espacio sí promueve la defensa de nuestros derechos como comunidades mayas, la organización, la vía jurídica, la denuncia pública y la movilización para hacer valer nuestros derechos, sobretodo ante el despojo de nuestro territorio por la llegada de grandes amenazas como es el monocultivo de soya transgénica, las granjas porcícolas, el turismo de alto impacto, las energías eólicas y fotovoltaicas, el tren mal llamado maya, la planta cervecera Heineken y la casa de retiro de la Secretaría de la Defensa Nacional en Bacalar.
Es urgente hacer estas denuncias a través del arte.
Se seleccionan las mazorcas con el maíz más grande para escoger de ellas la semilla que sembraremos el siguiente año en Buctzotz, Yucatán. Foto © Haizel de la Cruz.
Por la vida maya
Las mujeres y hombres mayas tenemos una mirada singular sobre la realidad: escuchar a la naturaleza, sus sonidos, sus formas, su espacio, su lenguaje, su organización; esa mirada, esa forma de vida, es maya.
Cuando los megaproyectos dañan la naturaleza, dañan a todos, toda vez que, en el pensamiento maya, la vida es entre todos los seres que la habitamos, nuestra relación es familiar, de comunión. Iik’naj pretende fortalecer esa mirada maya, reconocernos en ella y reconocer el sentido de nuestra lucha, por qué luchar por nuestro territorio, así como, desde luego, reflexionar sobre lo que significa territorio a través del diálogo, talleres y exposiciones.
Nuestra apuesta en el arte es porque pensamos que es una trinchera de lucha. Nuestra mirada en el arte está en estrecha relación con la naturaleza en todas sus formas y complejidades: esa mirada es maya.
En ese sentido, nos duele cuando la naturaleza está amenazada. Es cuando tomamos el arte como herramienta crítica y de denuncia. Para el Centro Cultural iik’naj no hay arte maya sin territorio maya.
Las fotos que acompañan esta nota son de la serie Meeyjul Kool. Fueron tomadas por la autora durante los años 2019 y 2020, en una comunidad que está al noreste del Estado de Yucatán, que se llama Buctzotz (casa del murciélago).