Una isla, un amor y un café en Brooklyn

Dru Goicochea (izquierda) y Erick Nicoleau (derecha), cofundadores y responsables del Antilles Café sostienen tazas de café. Foto © Shareef Mohamed.

Reportaje • Rina Rossi • 4 de septiembre, 2025 • Read in English

Dru Goicoechea y Erick Nicoleau se conocieron hace dos décadas en la universidad Johnson & Wales de North Miami, Florida. Allí se unieron a una hermandad estudiantil, organizaron eventos y juntos abrieron un local de comida en una camioneta. Su amistad fue forjándose con el tiempo. La familia de Goicoechea es de la República Dominicana y la de Nicoleau, de Haití. 

En 2024, ambos cofundaron el Antilles Café, un café haitiano y dominicano ubicado en el barrio de Flatbush, Brooklyn, que cuenta con una importante población caribeña. Su particular menú mezcla elementos de la cocina haitiana y dominicana bajo el lema “1 Isla, 1 Amor”.

A pesar de que frecuentemente se ha intentado enfrentar a haitianes y dominicanes, los dos países comparten muchas similitudes culturales. Frente al aumento de la hostilidad contra las personas de Haití y las deportaciones masivas de haitianes en la República Dominicana, Antilles Café ofrece un espacio en el que personas de ambas culturas pueden compartir el amor por su isla y los platos que comparten. 

Dominó y café contra la des

Al entrar al café, se percibe de inmediato el delicioso aroma del café expreso. Hay un tablero de dominó con la bandera de Haití y otro con un mapa de la República Dominicana, rindiendo homenaje a este juego tan popular en ambos países.

Sobre el mostrador hay filas de grecas (cafeteras italianas), comúnmente usadas en América Latina y el Caribe para hacer café, listas para atender a los clientes. La fachada del edificio está decorada con el contorno de La Española, la isla que comparten la República Dominicana y Haití. 

Al interior del café cuelgan camisetas con el lema “1 Isla, 1 Amor”.

“El lema es completamente intencional”, dijo Goicoechea en entrevista para Ojalá en el café. “Es nuestra forma de alumbrar el panorama y mostrar que somos mucho más parecidos que diferentes”.

Los esfuerzos del café por promover la unidad entre estos dos países se dan cuando sus relaciones son desiguales y violentas, afectando profundamente las vidas de las personas de ascendencia haitiana en la República Dominicana.

En 2013, la sentencia 168 del Tribunal Constitucional de la República Dominicana anuló la ciudadanía por derecho de nacimiento. Más de 200.000 dominicanes perdieron su nacionalidad de un día para otro.

Bajo la presidencia de Luis Abinader, la República Dominicana ha llevado a cabo campañas de deportación masiva contra haitianes y dominicanes de ascendencia haitiana. Casi 150.000 personas han sido deportadas a Haití desde octubre de 2024. El presidente alega que estas deportaciones eran necesarias por motivos de seguridad nacional. Sin embargo, muchas organizaciones y activistas las critican por considerarlas inhumanas y motivadas por el odio hacia las personas racializadas y haitianas.

“No son migrantes, no son personas indocumentadas que vinieron al país, sino que más que bien son personas dominicanas que el Estado dominicano ha llevado a una situación de irregularidad”, dijo Ana María Belique en entrevista telefónica.

Belique es una activista dominicana de ascendencia haitiana y forma parte del movimiento de derechos humanos Movimiento Reconocido, que lucha por la igualdad social de les dominicanes de ascendencia haitiana. “Por ser [personas] negras y por no tener documentos son vistas como inmigrantes”, dijo.

Las deportaciones masivas han tenido repercusiones graves en el acceso a la salud, explicó Belique, sobre todo para quienes necesitan atención médica materna o reproductiva.

Tras la implementación de una política anunciada en abril, se han desplegado agentes de migración en hospitales a lo largo de la República Dominicana para exigir a migrantes haitianes que presenten documentación y pruebas de empleo como condición para recibir atención médica. Quienes no puedan hacerlo están en riesgo de ser deportades inmediatamente después de recibir tratamiento. Esta política se ha aplicado en 33 hospitales de todo el país.

“Necesitamos más cosas como esas [Antilles Café] en Dominicana porque allí es donde necesitamos no solamente romper este muro o crear puentes, [sino] en donde más personas podamos disfrutar la diversidad de nuestra cultura tan rica que tenemos, tanto la haitiana como la dominicana”, dijo Belique.

Fachada del Antilles Café, localizada en Nostrand Avenue, Flatbush, Brooklyn. Photo © Dru Goicochea.

Comunidad, no fusión

Antilles Café no busca una fusión haitiano-dominicana. Para Goicochea, eso significaría mezclar dos cosas muy distintas en una sola. Más bien, dice que el café busca abrazar y comprender los puntos en común entre los países y canalizar esas similitudes en platos, bebidas y eventos comunitarios.

“Creo que, para nosotros, estar en la diáspora es una bendición que quizá la gente de la isla no tiene porque están atrapades en la política de su propio país y, por suerte, nosotros no”, dijo Goicoechea. “Puedo simplemente querer a mi hermano. Juntos hicimos un juramento al entrar a la hermandad, hemos pasado por un montón de situaciones de mierda. Lo quiero por ser quien es”.

Según su cofundador Nicoleau, el lema del café, “1 Isla, 1 Amor”, ha sido acogido por jóvenes haitianes y dominicanes de la comunidad. De acuerdo con el censo de 2020, hay 700.000 dominicanos y 160.000 haitianos en la ciudad de Nueva York. Nicoleau señala que celebrar el amor que ambos países sienten por la isla es esencial para la solidaridad haitiano-dominicana.

“Es nuestra tarea ser una fuerza que impulse el cambio de mentalidad”, dijo Nicoleau. “Creo que ‘1 Isla, 1 Amor’ es una forma de hacer avanzar ese mensaje de paz y unidad”.

El menú del café incluye bebidas como un latte de plátano caramelizado que rinde homenaje a la importancia de este fruto en la isla, así como Morir Soñando, una bebida fría hecha con jugo de naranja y leche, un clásico en la cocina dominicana. 

“Quería asegurarme de que, cuando la gente bebiera Morir Soñando, se sintiera transportada a su infancia”, dijo Goicoechea. “Que sintiera que tiene cinco años y que está de vacaciones en República Dominicana, que en cuanto lo bebiera, estuviera allí”.

En cuanto a la comida, el griot (guiso de cerdo) con pikliz (encurtido haitiano de verduras) se ha convertido en un plato popular en el café. Nicoleau dijo que estaba entusiasmado de traer el griot a Antilles Café porque es un plato básico de la cocina haitiana. Pero el plato más vendido es el bánh mì (sándwich vietnamita) de bacalao que combina este pescado, habitual en los platos haitianos, con una ensalada de repollo al estilo dominicano.

“Para mí, ese plato es el que más me resuena porque utilizamos la preparación haitiana del bacalao y la ensalada de repollo dominicana”, dice Nicoleau. “Creo que esa combinación para el bánh mì nos representa muy bien. Tomar lo mejor de ambas partes y juntarlas”.

Compartir comida e ideas

Recientemente, el Antilles Café ha trabajado para unir a la comunidad de Flatbush y Nueva York, en general, organizando eventos los fines de semana. En julio, celebraron un festival titulado “Moka Pot” (greca) con actividades para niñes y la participación de vendedores, artistas y músiques locales. Mientras llovía, la gente tomaba cafecito, otres bailaban merengue, bachata, tango y konpa al son de una banda local de percusión africana.

Goicochea dice que decidieron bautizar el festival con el nombre de la cafetera porque es un símbolo que une a la diáspora afrocaribeña y al café. “Todes les niñes, ya sean de Ghana, Haití, República Dominicana o Sudamérica, la conocen”.

A pesar del aumento de la xenofobia bajo los ataques del presidente estadounidense Donald Trump a inmigrantes y a las personas racializadas, el Antilles Café ha sido aplaudido por personas de todas las clases sociales. Goicochea y Nicoleau atribuyen la supervivencia del café en sus primeros meses al apoyo recibido de la comunidad diversa que ha viajado desde toda la ciudad de Nueva York para venir a Antilles Café.

“Creo que esto se enlaza con lo que acabamos de hablar: ‘1 Isla, 1 Amor’ ha impactado a la gente”, dijo Goicochea. “Cuando la gente ve un movimiento basado en la autenticidad, la sinceridad y el amor, creo que muches quieren ser parte”.

Rina Rossi

Rina Rossi ha escrito para The Nation y The Harvard Kennedy School Review. Vive en Nueva York, fue editora de NACLA y hace un doctorado en Historia de América Latina.

Rina Rossi is a writer who has written for The Nation and The Harvard Kennedy School Review. Based in New York City, she was the former web editor at NACLA and is a PhD student in Latin American History.

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