Desbordes feministas de lo común
Mujeres en Oaxaca se sumaron a la protesta nacional por el feminicidio de Ingrid Escamilla Vargas, ocurrido en la CDMX en febrero del 2020. Foto © Naxhielli Arreola.
Opinión • 5 de septiembre, 2025 • Comité Organizador del I Encuentro de mujeres que luchan, sostienen y crean • Read in English
Durante el pasado mes de julio, compañeras de Oaxaca, Puebla y la Ciudad de México que hemos compartido espacios de producción editorial, académicos y de luchas feministas diversas, lanzamos una convocatoria con la certeza de la necesidad e importancia de encontrarnos.
Llamamos a sentipensar juntas acerca de las actuales formas de expropiación y desconocimiento de nuestro trabajo y aportes.
Insistimos en que convenía hacer esa reflexión también en relación a nuestros diversos espacios de práctica política y de sostenimiento cotidiano, en los lazos comunitarios de los que hacemos parte así como en los espacios públicos.
Incluimos también la importancia de reconocer nuestra propia fuerza comunitaria-colectiva e individual y señalamos que, más allá de los agravios, no somos víctimas ni queremos partir de la queja, la falta o la carencia.
Se trataba, sobre todo, de enlazarnos a partir de esa fuerza propia, haciendo un ejercicio de reconocimiento recíproco.
Tal sensibilidad compartida acerca de asuntos que hoy son cruciales en México, impulsó nuestro deseo de poner algunas temáticas a discusión en un ambiente más amplio. Fue así como llegamos, el 8 de agosto pasado en la ciudad de Oaxaca, a reunirnos más de 80 mujeres en un amplio y cómodo espacio aportado por el Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (ICE-UABJO).
Luchar, sostener y crear
El “Encuentro entre mujeres que luchan, sostienen y crean” tuvo lugar en un agradable y bien ventilado auditorio antes de que la universidad volviera a llenarse de personas jóvenes al inicio del año escolar. Decidimos que el encuentro sería transincluyente, aun si mantenía la palabra “mujer” en el llamado inicial.
La convocatoria fue difundida por las redes y comenzó a compartirse intensamente. Quizá las preguntas a través de las que convocaba llamaron la atención y quizá generaba curiosidad que ese llamado fuera intencionalmente firmado de manera difusa.
Cada compañera participante la compartió con su entorno de prácticas y luchas.
Mujeres en Oaxaca se sumaron a la protesta nacional por el feminicidio de Ingrid Escamilla Vargas, ocurrido en la CDMX en febrero del 2020. Foto © Naxhielli Arreola.
México atraviesa una ambigüedad difícil, en un contexto que se desenvuelve entre la expansión de la violencia en sus distintas formas, viabilizando despojos y saqueos, y un discurso de transformación política. En lo que se refiere a las mujeres, se asemeja demasiado a un acelerado proceso de cooptación de las energías de lucha.
Consideramos urgente encontrarnos cara a cara cuando se amplifica la militarización de territorios y se expande la presencia armada en actividades económicas anteriormente civiles.
Eso genera condiciones propicias para la ruptura y debilitamiento de las tramas comunitarias, que ven atacadas sus prácticas de sostenimiento y reproducción cotidiana, además de dificultar o inhibir el despliegue de sus capacidades transformadoras.
También compartimos la indignación y preocupación por el genocidio en Gaza y la, hasta ahora, imposibilidad de ponerle fin.
Nos encontramos porque nos estábamos buscando
Después de una conversación inicial en plenaria, organizamos el trabajo en tres mesas de reflexión que nos acercan a las mismas preocupaciones desde flancos distintos.
Una primera veta de análisis fue la reflexión detallada sobre el inmenso volumen de trabajo no simbolizado que constantemente aportamos, que es energía vital que parece no existir aun si cotidianamente sostiene la vida en su conjunto.
Un segundo camino consistió en poner atención en las dificultades para la construcción de confianza recíproca entre distintas y en analizar las separaciones que se imponen entre nosotras.
El tercer hilo consistió en indagar colectivamente en nuestros deseos para, desde su identificación, imaginar cómo desordenar el statu quo y recomponer nuestros mundos cotidianos.
Los debates se organizaron a partir de una combinación de técnicas que resultó fértil.
Alentamos la reflexión de cada una partiendo de sí misma, al uso de los ejercicios de autoconciencia, aunque señalamos con claridad la clave que nos propusimos cultivar para orientarnos: compartir y analizar agravios, teniendo presente siempre la capacidad propia y colectiva para sostener, crear y luchar.
Además, el comienzo del Encuentro fue guiado por compañeras que han pensado en profundidad sobre cada una de las preguntas señaladas. Se alentó, de esa forma, la reflexión sobre la experiencia propia que tiene capacidad de conceptualizar, de ensayar generalizaciones y de generar análisis críticos.
Mujeres en Oaxaca se sumaron a la protesta nacional por el feminicidio de Ingrid Escamilla Vargas, ocurrido en la CDMX en febrero del 2020. Foto © Naxhielli Arreola.
Hablamos de la importancia de tomar tiempo para nosotras y de nutrir el gozo, para sostener nuestros deseos y necesidades en medio de la precariedad existente. Hubo una interesante distinción entre tiempo digno y tiempo esclavizador.
Dimos una intensa discusión acerca de la autoridad femenina y de las mil maneras en que se desconoce y niega. Y hablamos de cansancio y ansiedad y también de la importancia de recordar las luchas de otras que nos antecedieron en el tiempo.
Reconocimos que la confianza entre distintas sólo se construye a través de prácticas de enlace y participación que se sostienen y duran. Dimos muchas vueltas a las maneras en que las necesidades urgentes entrampan los deseos colectivos y nos preguntamos, juntas, cómo sostener deseos en medio de contextos de despojo violentos.
Aprendimos juntas. Habilitamos un espacio para realizar un ejercicio sensible de producir conocimiento que tensa el análisis de las dificultades vividas en singular en los espacios públicos y privados con la construcción de explicaciones y caminos de transformación de cada situación.
Sin afán de síntesis
Entre las convocantes nos propusimos contener colectivamente la ansiedad de síntesis. También en eso hubo sintonía con las demás participantes.
Tuvimos presente, sobre todo hacia el final del encuentro, cuando volvimos a reunirnos en plenaria, que no necesitábamos forzar las energías y palabras puestas en juego para llegar a acuerdos formales donde no cabría la diversidad que concurrimos a conversar con las demás.
Tampoco nos urgía presentar y poner a discusión un plan sobre cómo continuar. Plan, por cierto, que no teníamos, aunque consideramos viable irlo componiendo con calma, es decir, sin prisa.
Si compartir y conversar sobre el momento que estamos atravesando y sobre cómo lo estamos viviendo era el propósito del encuentro, hacia el final, dejamos otra vez como pregunta la cuestión de si valdría la pena intentar hacer juntas algo más. Resultó emocionante saber que había ganas entre quienes nos habíamos encontrado.
Ganas de conocer mejor a las demás, ganas de escucharnos y conversar para respaldarnos, para cultivar los vínculos que se lograron y abrirnos, otra vez y con calma, a las posibilidades de nuevas creaciones y luchas que brinda el saber que podemos enlazarnos para organizar propósitos compartidos.