Disidencias desafían el exilio en la Patagonia
Efri Rúa está profundamente ligada a su territorio y estudiar la flora nativa la ayudó a salir de un momento difícil. Agosto 2025, Ingeniero Jacobacci (Río Negro, Argentina). Foto © Carolina Blumenkranc.
Entrevista • Natalia Concina • 11 de septiembre, 2025 • Read in English
En los pequeños municipios ventosos de “la Línea Sur” en Argentina, donde se diluye el límite entre lo urbano y lo rural, romper con el molde tiene un precio. Efri Rúa, una travesti de 23 años nacida y criada en uno de esos pueblos de la Patagonia, Ingeniero Jacobacci, se sintió aislada y juzgada desde muy joven, pero decidió quedarse.
Un proyecto escolar la llevó a descubrir las plantas medicinales y su propia identidad mapuche, y a entender que no quería abandonar su tierra, donde muchas personas trans y travestis sufren discriminación y se terminan yendo a ciudades más grandes con la esperanza de mayor anonimato. La nueva clave para quedarse: “siendo con otres”.
Un domingo, Rúa decidió con un amigo planificar una marcha del orgullo en Jacobacci en vez de viajar para la Marcha del Orgullo LGBTIQ+ en la Ciudad de Buenos Aires. El 2 de diciembre de 2023 —días antes de que asumiera la presidencia explícitamente anti-LGBTIQ+ de Javier Milei— su sueño se materializó. Fue el primer evento de este tipo en esa constelación de pueblos de la provincia de Río Negro.
Los preparativos de la marcha fueron consolidando una dinámica colectiva que devino en la conformación de la Grupa Wawel Niyeu (por el nombre mapuche de la localidad), un espacio transfeminista donde las diversidades se encuentran, se informan, se abrazan, se permiten ser.
Rúa habla pausadamente, buscando las mejores palabras para decir lo que quiere transmitir. En el último año, esa voz fue convocada para coordinar, en Jacobacci, el espacio de debate en las actividades por el 3J, aniversario de la primera marcha Ni Una Menos del 3 de junio de 2015 contra la violencia de género. También la invitaron a contar su historia en una capacitación del Poder Judicial de Río Negro y representó a la Grupa en el Encuentro Regional de Mujeres y Disidencias de Río Negro y Neuquén. De hecho, Jacobacci fue elegida como la próxima sede para el 2026 .
Mientras estudia agroecología a distancia y trabaja en su emprendimiento productivo (hace conservas naturales sin agregados ni conservantes), “la Efri” se hace un tiempo para una extensa videollamada con Ojalá. La entrevista ha sido editada por claridad y extensión.
Natalia Cocina: ¿Qué recuerdos tenés de tu infancia?
Efri Rúa: Soy la menor de cuatro hermanas y con la tercera me llevo ocho años así que jugaba mucho sola. El tiempo que no estaba en el jardín [de infantes] estaba en casa con mi abuela. Era mi cómplice, si yo me mandaba una cagada, ella me cubría.
Me encantaban los dinosaurios y los animales, pero también tenía otros juegos a puertas cerradas. Pasaba horas jugando con tacones o con las muñecas de mis hermanas y mi abuela me dejaba. Cuando estaban por llegar mis papás, ella me avisaba y yo me sacaba el maquillaje de fibras con alcohol y escondía las muñecas.
Es raro porque mi recuerdo es que yo estaba tranquila en esos juegos a pesar de estar en alerta. Era como que sabía que no podía jugar a eso todo el tiempo, sino que era en momentos indicados y con determinadas personas.
Efri Rúa usa un munul logko, prenda tradicional mapuche. Es un pañuelo que llevan en la cabeza las mujeres como símbolo de identidad, de protección y de reafirmación cultural y política. Agosto 2025, Ingeniero Jacobacci (Río Negro, Argentina). Foto: Carolina Blumenkranc.
NC: Y fuera de tu casa, ¿tuviste alguna situación incómoda?
EF: Me acuerdo de una en especial. Tenía 14 años, pasaba por una escuela y unes niñes se asomaron contra la reja y me gritaron [insultos odiantes].
Ahí dimensioné esto bien de pueblo que es que todes somos personas públicas y, después, que yo había sido tema de conversación en esas familias porque yo no conocía a eses niñes pero elles sí a mí, y no sólo me conocían sino que tenían un registro malo de mí.
NC: ¿Había personas trans/travestis en Jacobacci?
EF: Había una mujer trans que nombraban, contaban que se había ido, pero siempre hablaban de ella con su nombre muerto [el nombre de nacimiento], entonces me llevó un montón de tiempo entender de quién hablaban.
Lo más cercano que llegaba al hogar era a través de la televisión, con Flor de la V [actriz y conductora trans] o Flavio Mendoza [bailarín y coreógrafo gay]. A mí me gustaba mirarlos en la tele y un día alguien de mi familia [insultó su identidad sexogenérica] como cuestionando que les viera, entonces yo le respondí: “No importa, yo los quiero igual”.
NC: Y a medida que empezaste a crecer, ¿qué pasó?
EF: A los 15 años empecé a tener información de lo que era una persona trans, pero pasé el secundario en automático, sin vivenciarlo, entonces no me era posible asumirlo. En ese momento pensaba en el final del colegio y quería “desvivirme” [suicidarse] o irme con la excusa de tener que estudiar; cuanto más lejos, mejor.
A veces me pregunto qué es lo que nos lleva a transicionar porque es muy difícil. A mí lo que me pasó fue que llegó un momento en el que era más la paz mental que me daba asumirme trans que no hacerlo.
NC: ¿Por qué decidiste quedarte en Jacobacci?
EF: Ese es parte de otro proceso. En quinto año [último año del secundario] nos piden hacer una tesina y yo elijo plantas medicinales. A partir de ahí comienzo a reconocer el territorio, me doy cuenta que donde hasta ese momento veía yuyos [hierbas] había medicina, cultura, simbolismo, afecto, porque quienes saben te cuentan sobre las plantas con un brillo en los ojos.
Todo eso me marcó para siempre porque me hizo valorar el territorio, reconocerlo, verlo como sanador. Entonces empiezo a indagar en mi historia y me doy cuenta de que mis papás se habían criado en el campo con mucha de esta información, con prácticas.
Empecé a entramar y me reconocí mapuche. Quería vivir, trabajar y morir acá; me empecé a imaginar pudiendo ser acá, con todo lo que eso implicaba. Entonces la pregunta fue: ¿cómo hago para que sea más amigable, para que no sea un infierno?
NC: ¿Y cómo hiciste?
EF: No sé [risas]. Cuando terminó la pandemia, empecé a socializar con mis amigas más íntimas [y les dije] que iba a transicionar. En esa época conocí a Fran [Franco Muñoz], en realidad lo conocía desde siempre, pero no nos hablábamos tanto antes porque no era bien visto que las maricas se junten. Pero en 2021 nos encontramos en un boliche y empezamos a hacernos amigues. Una tarde tomando mate, él me dice que le gustaría ir a la marcha del orgullo en Buenos Aires. Entonces se nos ocurrió: ¿y si hacemos una marcha acá? Y ahí empezó todo. Hasta ese momento nunca se había hecho una marcha del orgullo ni en Jacobacci ni en toda la Línea Sur.
Efri Rúa en la 1era marcha del orgullo LGBT+ en Ingeniero Jacobacci (Río Negro, Argentina), 2 de diciembre de 2023. Foto: Carolina Blumenkranc.
NC: Y se formó la Grupa Wawel Niyeu…
EF: Claro, empezamos a juntarnos con otres compañeres y a medida que organizábamos la marcha nos fuimos conociendo más. Teníamos muchas expectativas para ese día. Había muchísimo viento y estaba nublado, así que no había mucha gente [al principio], pero cuando comenzamos a caminar, empezaron a venir más personas. De pronto éramos un montón, la gente agarraba los carteles llenos de colores que habían hecho unas compas, empezó como a lloviznar pero de repente salió el sol. Dimos toda una vuelta por el ferrocarril cantando, felices y creo que todes nos quedamos con ese abrazo del sol.
NC: ¿Cómo es la articulación con otros colectivos del pueblo?
EF: Muy buena. Ahora estamos en el espacio que lucha contra la instalación de una minera [Proyecto Calcatreu] porque en la Grupa tenemos una militancia a favor de la vida, del agua, de la tierra. Entendemos que si este lugar se vuelve inhabitable por la contaminación o por la cantidad de gente de afuera que entra con la minera, eso también nos remite a la expulsión y nuestra lucha es contra todo tipo de expulsión y en defensa del territorio.
NC: ¿Cómo viven este momento de Argentina tan violento?
EF: Surgimos bastante a contramano [en 2023]. Y con el Gobierno municipal la relación es delicada. Después de la segunda marcha [en 2024], nos cerraron el espacio municipal donde nos juntábamos y no pudimos pelearla porque estábamos en verano y la noticia nos encontró desorganizades. A eso se suma que venimos participando en la lucha contra Calcatreu, entonces al gobierno local no le gusta trabajar con nosotres.
La falta de lugar nos preocupa porque en invierno es difícil juntarse al aire libre acá porque hay mucho viento y hace frío. Pero en agosto nos empezamos a juntar de nuevo. La idea es comenzar a organizar la tercera marcha para diciembre, pero todavía no pusimos fecha.
NC: ¿Sentís que a partir de la existencia de la Grupa cambió la forma de habitar Jacobacci para las personas de la diversidad?
EF: Creo que todo el mundo sabe que el espacio está, que es un lugar de apoyo donde hay otro tipo de información. Tenemos consultas de mamás que van notando “cositas” [risas] en sus hijes y lo que escuchamos es que los temores son los mismos: te dicen que “tienen miedo de que le hagan daño”, y ahí nosotres les contamos que esa exploración es natural y que ellas tienen que habilitar ese espacio de escucha para sus hijes.
Entonces me cuesta decirte si la Grupa cambió la vida de otres, pero seguro cambió la nuestra. Es como que te reflejás en otre y así vamos siendo con otres, es lo más lindo de la Grupa.