Chile, ejemplo de solidaridad permanente con Palestina
Ilustración digital por @Pazconadie para Ojalá.
Opinión • Yasna Mussa • 9 de octubre, 2025 • Read in English
En Chile, septiembre es un mes patrio durante el cual empieza la primavera. Pero entre los emblemas chilenos se cuelan símbolos de otro continente, otro país y otra historia. La gente comienza a llenar los espacios públicos en la primavera lluviosa y cambiante, una vida social, para muchxs, atravesada por la lucha por Palestina.
El 7 de octubre se cumplieron dos años desde que comenzó el genocidio que lleva a cabo Israel en contra de la población palestina. Y en respuesta, lxs chilenxs están generando alianzas, organizando conciertos, marchas, ollas comunes, shows de stand up comedy, rifas, conversatorios, presentaciones de libros, pintadas de murales, y más.
Chile es el país que, según los censos oficiales, alberga a la comunidad palestina más grande fuera del mundo árabe, una historia migratoria que comenzó a fines del siglo XIX cuando buscaban mejorar sus condiciones de vida lejos del Imperio otomano. Ese entrelazamiento de vínculos y solidaridad por más de 100 años ha fortalecido la convivencia e intercambio en todas las áreas de la sociedad.
Después del shock mundial que supuso el inicio de este genocidio y estos 24 meses en que se transmiten en vivo y en directo las atrocidades que comete el gobierno israelí, lxs chilenxs han pasado a la acción. No solo hubo y sigue habiendo demostraciones masivas por ciudades a lo largo del país, sino que se pregunta con cada vez más insistencia: ¿qué podemos hacer para ayudar?
Cocina, cultura, comunidad
El pasado 22 de agosto, la Organización de las Naciones Unidas declaró la hambruna en Gaza, la cual calificó como “un fracaso de la humanidad y un crimen de guerra”.
Mientras en Palestina el hambre se utiliza como arma de guerra, en Chile voluntarixs de La Mesa Palestina envían fondos a Gaza que recaudan mediante ollas comunes. Las ollas comunes son muy típicas en el país, con una gran trayectoria en la comunidad y organizaciones sociales de base, pero son inéditas en el contexto de ayuda a Palestina desde Chile.
El proyecto, que comenzó hace poco más de seis meses, es liderado por Mohammad Masharqa, un médico palestino llegado al país en noviembre de 2024, y Claudia Eltit, una chilena de origen palestino, quien ejerce su pasión por la cocina árabe como profesión.
Unieron sus esfuerzos con el objetivo común de disfrutar y compartir la riqueza gastronómica, promoviendo además la unión cultural y la ayuda humanitaria.
“Desde nuestra primera olla común, en abril de 2025, sentimos que las personas no solo venían por la rica comida o las actividades artísticas, sino por una necesidad imperiosa de apoyar al pueblo palestino”, dice Eltit en entrevista con Ojalá.
La Mesa Palestina cuenta con 20 colaboradorxs comprometidxs: personas con vínculos directos con la comunidad palestino-chilena y otras personas entusiastas que, sin tener lazos familiares, se han sumado desde la empatía.
Lxs fundadores de La Mesa Palestina recalcan que se trata de un compromiso transversal que se manifiesta no solo en su colectivo, sino también en organizaciones hermanas.
“La experiencia en todas ellas es que activistas chilenos, sin origen palestino, se movilizan impulsados por una profunda responsabilidad humana y un compromiso con la vida, el derecho internacional y los derechos humanos”, dice Eduardo Asfura, académico y también miembro de La Mesa Palestina. “Los hemos visto trabajar incansablemente para visibilizar y denunciar el genocidio, apoyar a las familias de Gaza y aportar, con su granito de arena, al proyecto mayor de la liberación de Palestina”.
Como parte de esa red de colaboración, La Mesa Palestina ha generado vínculos con la Coordinadora por Palestina y otros colectivos, como Ñuñoa por Palestina Libre. En ese camino de solidaridad han debido estudiar y aprender de distintas estrategias para sortear la distancia geográfica y hacer llegar la ayuda monetaria a destino, pues debido a los bloqueos impuestos por Israel, las vías para hacerlo son escasas y complejas.
Lxs miembrxs de La Mesa Palestina relacionan la presencia de la diáspora palestina con la respuesta y el compromiso que ha dado la sociedad chilena.
“Nos impresiona gratamente la respuesta en cada actividad que organizamos: las personas buscan llevarse recuerdos, banderas, keffiyehs o cualquier símbolo que represente la causa palestina, manteniéndola viva en sus corazones y acciones cotidianas”, reflexionan Asfura y Eltit.
“Es conmovedor ver cómo un simple keffiyeh emociona a la gente en la calle, recibiendo guiños y saludos de apoyo”, dicen. “Este respaldo se refleja en las donaciones y la activa participación de la sociedad civil cada vez que publicamos una actividad, demostrando un compromiso genuino con la lucha por una Palestina libre”.
La solidaridad del Sur
En Valdivia, una ciudad ubicada a más de 800 kilómetros al sur de la capital chilena, hay más de 20 años de experiencia llevando a cabo actividades en apoyo a Palestina. Desde la Juventud Chileno-Árabe por Palestina de Valdivia han trabajado constantemente junto a otras instituciones históricas de la zona para informar sobre lo que ocurre allá, recaudar fondos y, sobre todo, educar.
“Antes del 7 de octubre [2023], lo que más nos pedían los palestinos que viven bajo ocupación desde 1948 era que contáramos su realidad”, dijo Consuelo Zerené Harcha, presidenta de la Juventud Chileno-Árabe por Palestina en la ciudad sureña. Pero, desde ese momento, acrecentaron las actividades y la conciencia pública.
“Hoy día, en las elecciones presidenciales en Chile, muchos lo consideramos un criterio al momento de elegir gobernantes: saber cuáles son sus valores, de qué lado de la historia están”, dice.
En agosto, después de que Israel interceptó y detuvo a los miembros de la flotilla Handala en la que viajaban activistas internacionales para intentar romper el bloqueo de Gaza, en el sur de Chile se encendía una luz de esperanza.
Valdivia Canta por Palestina fue una iniciativa que surgió de músicxs de la región que se acercaron a la Juventud para ofrecer su arte en servicio del pueblo palestino. El resultado fue una jornada de un día completo, con el Teatro Municipal Lord Cochrane —el más importante de Valdivia— lleno y la participación de numerosxs artistas locales que se sumaron de manera voluntaria.
También se unió la agrupación Artistas por Palestina, que aportó con obras de arte donadas por distintxs creadores de la región, que fueron vendidas a beneficio.
“En el concierto fue muy emocionante ver familias completas, con niños y adultos mayores, llenando el teatro desde temprano hasta la noche, con banderas palestinas y con esa energía de estar presentes”, recuerda Zerené.
Gracias a este esfuerzo colectivo lograron reunir una suma importante de dinero, que se destinó tanto a familias particulares en Gaza como a través de una fundación de confianza que trabaja directamente con la gente en Gaza y Cisjordania.
“Palestina no es solo Gaza, sino también Cisjordania, donde la población palestina vive bajo ocupación igualmente hace más de 70 años”, recalca Zerené.
Quizá uno de los aspectos que más sorprende a Zerené es el giro en la atención y el compromiso de personas que no tienen orígenes palestinos ni vínculos directos con ese pueblo y que, sin embargo, han expresado y aumentado su solidaridad.
“Me escriben a mis redes personales y también a las de la organización: gente común, artistas, incluso autoridades, todos queriendo ponerse a disposición de alguna manera”, cuenta en entrevista con Ojalá. “Y lo más lindo es que muchas veces no son personas con grandes recursos económicos, pero igual buscan aportar con lo que pueden”.
Luchar con alegría
Paloma Salas dice que no tiene la valentía para hablar directamente con la familia de Maram, una palestina que vive en Gaza y cuya historia la conmovió de manera profunda. Sin embargo, ha tenido la empatía y el coraje suficientes para organizar más de cinco shows de stand up comedy cuyas ganancias van en directa ayuda de Maram y otras familias palestinas que han perdido todo en estos dos años de genocidio.
Salas, una comediante y actriz de bastante renombre, ha aprovechado la visibilidad que tiene gracias a sus cientos de miles de seguidores en Instagram y otras plataformas para hablar cada día sobre Palestina. Allí denuncia, señala, abre canales de solidaridad y convoca a otros comediantes que, como ella, quieran aportar un grano de arena para mejorar, en lo posible, las condiciones inhumanas a las que están expuestos los palestinos y las palestinas.
Mientras Israel despliega el terror, el miedo y la tristeza, este grupo de comediantes convoca a Sonrisas por Gaza en el bar Comedy, donde realizan jornadas de humor, pero también tienen espacio para la seriedad.
En el escenario hablan sobre el genocidio, la importancia de contar con el apoyo del público y a quiénes se destinará la ayuda. El público aplaude ataviado con sus keffiyehs o camisetas de Palestino, el equipo chileno de primera división que fue fundado por la comunidad palestina en este rincón del mundo.
“Está esa parte triste en que hablamos de quién recibió harina o agua gracias a la ayuda del show anterior”, dice Salas. “Pero también tiene como un segundo valor porque se junta esa gente que está triste para intentar salir un poco de ese estado y ayudar”.
Lo que comenzó como una iniciativa personal en que Salas dedicó su show personal para reunir dinero y hacer un aporte, hoy ya suma cinco funciones colaborativas con una docena de artistas que han querido contribuir desde lo que mejor saben hacer: contar historias desde el humor.
También se han sumado escritores que han leído sus textos o declamado poesía sobre el escenario, llevando la sensibilidad y la ternura como refugio para quienes, como Salas, sienten la impotencia de ser testigxs de un genocidio y quieren contribuir de acuerdo a sus posibilidades. Al igual que las iniciativas que nacen a lo largo del país, usan la creatividad y las redes a su favor. Alejándose de la complicidad y defendiendo la humanidad.