Resistencia trans desde el arte
Stayku, creadore visual no binarie, muestra algunas de sus obras en su casa de la ciudad de Puebla en abril de 2025. Foto © Samantha Páez.
Reportaje • Samantha Páez • 22 de mayo, 2025 • Read in English
El local anexo al bar El Portalito, en Puebla, lucía casi vacío. Era miércoles y faltaban dos días para que allí no cupiera ni un alma. En la barra, Tenoch del Castillo, licenciado en Artes Visuales de 35 años, se afanaba en remendar una de sus piezas de serigrafía que más tarde, quizás en la madrugada, iría a pegar en las calles de Puebla. Como muches otres artistas trans, del Castillo malabarea para continuar con su creación artística y sostener un trabajo remunerado que le permita sobrevivir.
Del Castillo se dedica principalmente a la serigrafía, el collage y, recientemente, la poesía en voz alta, aunque en su época universitaria experimentó con la escultura, pintura al óleo y el grabado. Los temas que aborda son políticos con un toque de humor negro: recientemente hizo varias serigrafías grandes de cerdos con uniformes de policías en respuesta a las varias veces que lo han parado en la noche para revisarlo; otras de sus piezas abordan la importancia de proteger a las infancias trans.
Desde antes de terminar la universidad, empezó a trabajar de cantinero para costear sus estudios y después sus proyectos artísticos. “Me acostumbré mucho a vivir de esta forma en la que ganaba bien y yo mismo sacaba para mis materiales”, dijo del Castillo en entrevista con Ojalá.
Sin embargo, se ha preguntado si el apoyo institucional podría impulsar su carrera. “He visto a gente que logra obras muy buenas con apoyos, siento que si hubiera uno específicamente [para la comunidad LGTBI+] podría ser muy bueno”, dijo.
Tenoch del Castillo mientras repara una serigrafía en la barra del bar El portalito, en marzo de 2024. Foto © Samantha Páez.
Sobrevivir para luego crear
Las personas trans en México viven altos niveles de violencia y discriminación. En muchas ocasiones se les expulsa de sus entornos familiares, tienen pocas oportunidades escolares y laborales, así como nulo acceso a la justicia y servicios de salud.
“Se tiene que pensar bajo qué circunstancias hemos estado las mujeres trans en México”, dice Rojo Génesis, cineasta y curadora del Museo de Arte Transfemenino en la Ciudad de México. Confirma que les artistas trans enfrentan varias dificultades. “Si no tienes dónde vivir, no se puede hablar de acceso a la educación, mucho menos a la salud y tampoco hay acceso al arte”, sostuvo.
Génesis nació en la comunidad de La Ceiba, en la Sierra Norte de Puebla, y para poder desarrollarse profesionalmente se mudó a la Ciudad de México. Gracias a esto pudo ganar dos apoyos, uno del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y otro del Patronato de Arte Contemporáneo.
Gato que Pinta es artista visual no binarie y reside en Tehuacán, al interior del estado de Puebla, lugar donde, dice, no hay trabajo para incluir a las poblaciones vulnerabilizadas. Al igual que Génesis, su obra artística ha tenido más resonancia fuera de su municipio: ganó una convocatoria en la ciudad de Puebla para pintar un mural para la Secretaría de Igualdad Sustantiva de Género (SISG) y otro mural suyo adorna la Cámara de Diputados.
“Te soy sincera, he aceptado esas convocatorias porque aquí en Tehuacán no puedo pintar esas cosas, no puedo pintar a dos hombres, a dos mujeres besándose”, contó. “Ha sido muy difícil poder plasmar murales con identidades transmasculinas o LGBT”.
Sólo una de las personas entrevistadas para esta nota ha hecho el cambio legal de su nombre e identidad, el resto, por motivos legales y personales, han desistido del trámite. Esto a pesar de que en febrero de 2021 se aprobaron las reformas al Código Civil para realizar el cambio de identidad sexogenérica en el estado de Puebla.
Ibai “Isis” Samaniego inició como pintor y ahora se dedica a la escritura de poesía y de textos juveniles. Por la falta de documentos oficiales, también ha optado por trabajar al margen de las instituciones. El año pasado trabajó con la Secretaría de Cultura estatal por primera vez dando talleres, pero no le pagaron lo acordado.
“Yo pienso que son las dos cosas: uno, soy disidente y no tengo papeles, entonces me pueden pagar lo que ellos quieran y cuando ellos quieran”, explicó Samaniego. “¿Sabes por qué? Porque nada más hay un contrato de palabra y sabemos que el gobierno si algo no respeta pues es la palabra. Entonces podemos decir que soy doblemente discriminado”.
Para Samaniego, quien no se reconoce como hombre ni como mujer, las personas trans no sólo batallan para vivir del arte, también pelean por derechos básicos como la identidad y el reconocimiento legal.
“Justo ahorita me estaban hablando [desde la Secretaría Cultura] de abrir talleres. Mira, la limitación para mí es que siempre te van a pedir papeles […], nosotros queremos olvidar lo de atrás y tú nos vuelves a pedir nuestros papeles, nuevamente se abre esa herida”, contó.
Imagen de la exposición Cuinas en el Museo de Arte Transfemenino, en la ciudad de México. Foto: cortesía, Museo de Arte Transfemenino.
Trabajar fuera de los márgenes
Ante el poco interés gubernamental para visibilizar el trabajo de artistas trans, la totalidad de creadores entrevistades prefiere los espacios independientes o autogestivos. Pero la curadora Génesis admite que la institucionalidad abre puertas.
“No nada más te da una estabilidad económica, […] específicamente en el sector de arte y cultura tiene mucho que ver con qué tipo de instituciones están avalando tu práctica,” dijo. “Para que pueda ser tu proyecto avalado por una institución debiste de haber accedido a otros espacios previamente”.
Claudia Castelán, académica, investigadora, artista y gestora cultural poblana, coincide en que ganar becas y tener proyectos auspiciados por organismos públicos o privados da ciertas credenciales para incursionar en el Sistema Nacional de Creadores de Arte, programa que financia y promueve artistas mexicanxs. Además de que coloca a las, les y los artistas en el mapa, los vincula con personas que tienen una mayor trayectoria y les encamina a obtener más recursos económicos.
Desde las instituciones, un grupo de personas puede hacer toda la diferencia. Citlalli Santos, escritore y gestore cultural, estuvo en el hoy extinto Instituto Poblano de la Juventud (Injuve) durante la gestión pasada. Desde allí promovió concursos de murales donde las personas ganadoras fueran remuneradas y gestionó un poetry slam (poesía en voz alta) nacional, cubriendo los gastos de participantes de otros estados. Al mismo tiempo se realizaron talleres, pasarelas, muestras de vogue y ensayos de un grupo de baile folclórico diverso.
“Es fuerte darse cuenta que las instituciones no nos dan lugar, pero lo importante es apropiarse de esos espacios”, comentó Santos, autore del libro de poesía Temporal de azucenas, sobre su tiempo con Injuve. “Yo creo que para mí resultó algo bien bonito el hecho de tener la oportunidad de estar en esa institución, porque creo que a pesar de que no fueron grandes cosas, sí marcó algo”.
Muches de les artistas a quienes se entrevistó mencionaron que, fuera de lo hecho por Santos, las instituciones culturales sólo les buscan en una época. “Al final solo parece que existimos en junio, julio, en el mes del orgullo... entonces ahí sí se abren los espacios maravillosamente", dijo Stayku, artista visual no binarie.
Eso refleja que las dependencias públicas sí pueden impulsar la obra artística de personas disidentes sexuales; sobra decir que también sería su obligación. El programa de cultura federal del sexenio pasado marcaba de forma explícita como objetivos prioritarios que “las políticas públicas en materia de cultura deben ser incluyentes” y que “el Estado debe garantizar el acceso a la cultura de forma igualitaria, para todas y todos, priorizando a los grupos históricamente excluidos”.
Mientras la política pública a nivel local no cultive el objetivo de la cultura incluyente, artistas como del Castillo, Ibai, Génesis, Gato que Pinta, Santos y Stayku —y muches más— tendrán que emplear todos sus esfuerzos en resistir y sobrevivir, en lugar de crecer y que su obra tenga el impacto que merece.