La guerra contra el periodismo en Argentina

Un grupo de reporterxs gráficxs realiza su trabajo en la represión a Jubiladxs en el Congreso de la Nación el 16 de abril de 2025 en Buenos Aires, Argentina. Foto © Susi Maresca. 

Opinión • Susi Maresca • 23 de mayo, 2025 • Read in English

Cada miércoles desde los años 90, y en especial desde que asumió el nuevo gobierno de Javier Milei a finales de 2023, jubiladxs de distintos lugares se congregan en el Congreso de la Nación en Buenos Aires. Pero en los últimos meses han enfrentado violencia estatal, junto con lxs reporterxs y fotógrafxs que cubren la protesta.

Reclaman un aumento de la jubilación mínima —que actualmente es de $257 dólares por mes, según el tipo de cambio oficial— y recuperar los medicamentos gratuitos que el gobierno les sacó. También piden que se sostenga la moratoria jubilatoria, que permitía que 9 de cada 10 mujeres y 8 de cada 10 varones que no alcanzaron los aportes necesarios por trabajar de manera informal (empleadxs domésticxs, amas de casa, trabajadores de la construcción, por ejemplo) pudieran jubilarse. 

El miércoles 12 de marzo, distintos hinchas de fútbol habían convocado a acompañarlos. Se juntaron bajo el lema “Hay que ser muy cagón para no defender a los jubiladxs”, frase emblemática de Diego Maradona en los años 90.

El operativo policial era descomunal, cuatro fuerzas (Gendarmería Nacional, Policía Federal, Policía de la Ciudad de Buenos Aires y Policía de Seguridad Aeroportuaria) se desplegaron por los alrededores del Congreso. Una hora antes de la convocatoria comenzó una brutal represión sobre la avenida Hipólito Yrigoyen. 

Ese día, no había llevado máscara ni casco porque sólo iba a pasar un rato. Los gases lacrimógenos me dejaron ciega durante varios minutos pese a que tenía antiparras. Los grupos de postas sanitarias actuaban rápidamente aliviando los efectos nocivos de los gases que atacan distintas partes del cuerpo. 

Ante situaciones de tanta violencia, lxs reporterxs gráficxs y periodistas nos agrupamos en los lugares donde menos riesgos podemos correr. Y aunque parece que esos lugares ya no existen, tratamos de inventarlos o de descubrirlos en el camino. 

Estábamos la mayor cantidad de reporterxs gráficxs tomando fotos de un lado y del otro cuando un proyectil de gas lacrimógeno impactó en la cabeza del reportero gráfico Pablo Grillo. Quien le disparó fue el cabo Héctor Guerrero de la Gendarmería Nacional. Esto se supo gracias un gran trabajo colectivo que realizó Mapa de la Policía con material de militantes de derechos humanos, periodistas, fotógrafes y peritos científicos.

Luego de dos meses, Grillo sigue en terapia intensiva, mejorando poco a poco, acompañado por muches desde la solidaridad. Estamos. Seguimos.

Un reportero gráfico es alcanzado por los gases y el camión hidrante en la represión a jubiladxs el 12 de marzo de 2025, en las inmediaciones del Congreso de la Nación, Buenos Aires, Argentina. Foto © Susi Maresca.

Siempre en la mira 

“El periodismo es libre o es una farsa”, decía Rodolfo Walsh, periodista argentino asesinado por un grupo de tareas en la última dictadura cívico militar (1976-1983). Dictadura que, entre sus 30.000 desaparecidxs, desapareció a 233 reporterxs gráficxs. La historia da cuenta de que cuando el poder económico, político y corporativo vulnera derechos, es la prensa un blanco de la violencia represiva. 

En 1997 asesinaron a José Luis Cabezas, reportero gráfico de la Revista Noticias en Buenos Aires. Le pegaron dos tiros en la cabeza por retratar a uno de los empresarios más influyentes del vaciamiento del país, Alberto Yabrán. El mafioso se cobró la vida de un colega que ponía su cuerpo para desnudar una verdad que los poderosos no querían que sepamos. La policía formó parte de este entramado, también el gobierno de ese entonces. A Cabezas lo mataron en plena democracia.

Saco fotos desde chica, estuve en las jornadas del 19 y 20 de diciembre del 2001 y trabajo como fotógrafa de manera profesional hace nueve años. Últimamente siento que estamos viviendo un cambio de época, lo vengo sintiendo desde la pandemia. 

En abril de 2021 en Andalgalá, Catamarca, una provincia de Argentina, 12 personas fueron detenidas por defender el agua, entre ellas Walter Mansilla, un reportero gráfico que sufrió un allanamiento violento y golpizas por parte de la policía provincial. En aquel momento, la Asociación de Reporterxs Gráficos (aRGra) y la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa salieron a repudiar el hecho. Ýo cubrí esa noticia hasta que fueron liberados 15 días después.

En junio de 2023, en la provincia de Jujuy sucedió también una gran represión a las comunidades indígenas. Me encontraba allí documentando los despojos que genera la extracción de litio en el país. Un periodista y una diputada fueron detenidxs. Muchas personas perdieron sus ojos producto de los disparos. Yo recibí dos en mi mano y uno que me rozó la cabeza sin mayores consecuencias.

El 10 de agosto de 2023 un operativo policial en la Ciudad de Buenos Aires se cobró la vida de Facundo Molares, otro reportero gráfico que además era militante político. Filmé el momento en el que se encontraba en el piso, reducido por la policía, muerto ya. En esa oportunidad sentí miedo a una represalia. Venían las elecciones. Por tres días no salí de casa. 

Estos hechos, puestos sobre la mesa en conjunto, hablan de un cambio de época. El neofascismo no llega de casualidad un día y nos sorprende. Hay avisos, indicios, señales.

Si para documentar una manifestación en democracia, que es un derecho constitucional, tenés que salir toda cubierta, con casco y máscara, y aun así no sabés si la policía te va a apuntar a la cabeza, entonces no vivimos en democracia y tenemos que denunciarlo. 

Una de las primeras represiones desde que asumió el actual gobierno de Javier Milei, durante el tratamiento de la Ley Bases frente al Congreso de la Nación Argentina el 2 de febrero, 2024, en Buenos Aires, Argentina. Foto © Susi Maresca.

Armas de creación masiva

A los pocos días de asumir el gobierno de Milei el 10 de diciembre de 2023, más de 30 reporterxs gráficxs y periodistas fueron baleadxs con perdigones de goma en la acera frente al Congreso mientras hacían su trabajo. Yo fui una de esas trabajadoras y recibí cuatro disparos en la pierna izquierda que me trajeron secuelas innumerables durante meses.

El poder político argentino fue el principal responsable de las agresiones contra periodistas durante 2024, representando el 52.5 por ciento de los 179 ataques detectados en todo el país según el informe anual del Monitoreo de Libertad de Expresión del Foro de Periodismo Argentino.

El informe destaca que Milei protagonizó 56 de los episodios denunciados, mayoritariamente a través de su discurso estigmatizante, agravios o insultos e incitaciones al odio en contra del trabajo de comunicar y contar lo que sucede en Argentina. 

“El momento que estamos viviendo hoy en Argentina los reporteros gráficos es sumamente amenazante”, dijo Alejandra Bartoliche, reportera gráfica desde hace 30 años y vicepresidenta de la aRGra en una entrevista para Ojalá. “Todo el tiempo hay un compañerx reprimidx o vulneradx y eso en un estado de derecho es inadmisible que suceda”.

En 16 meses de gestión, se registraron 216 agresiones contra periodistas y trabajadores de la comunicación. También ha habido cierre de medios, congelamiento de salarios y despidos masivos.

El 29 de abril de este año, Antonio Becerra, reportero gráfico freelance que cubría para el medio cooperativo Tiempo Argentino, fue interceptado y amenazado por Santiago Caputo, miembro del Sistema de Inteligencia de Estado. 

Y el miércoles 21 de mayo, hace apenas dos días, el reportero gráfico Tomás Cuesta de la agencia internacional AFP y el reportero gráfico independiente Javier Iglesias fueron detenidos y encarcelados por filmar cómo la policía se llevaba a un jubilado luego de pegarle. En sus declaraciones, Tomás afirmó: “ven a la prensa como un blanco a reprimir”. Ambos fueron liberados luego de unas horas.

Ese mismo día, el Milei emitió un Decreto de necesidad y urgencia (DNU) que prohíbe el derecho a huelga en Argentina, enfocado particularmente a la marina mercante. El decreto incorpora una norma que impone restricciones muy fuertes al ejercicio del derecho de huelga de todxs lxs trabajadores, no solo de aquellxs vinculadxs a la actividad de la marina.

Hoy, lxs fotoperiodistas somos la primera línea de lxs jubiladxs cada miércoles cuando reprimen, narradorxs en el lugar de los hechos de nuestra historia reciente. “Armas de creación masiva”, dice un cartel con la imagen de Pablo Grillo que sostiene un jubilado con su andador días después, el 16 de abril.

¿Qué mejor manera de silenciar la historia que apuntar contra aquellxs que la muestran?

Durante la cobertura de un miércoles de jubiladxs un reportero gráfico es gaseado mientras toma una fotografía con un muñeco del Eternauta el 7 de mayo, 2025, en Buenos Aires, Argentina. Foto © Susi Maresca.

Camarazo

Al día siguiente del disparo que recibió Pablo Grillo en la cabeza, Argra convocó a un camarazo, una levantada de cámaras en el lugar de los hechos para pedir justicia. Las imágenes del día anterior van y vienen todavía en mi cabeza. La ciudad no tenía rastros de toda aquella represión, estaba limpia y con un sol que iluminaba nítido la cúpula del Congreso de la Nación. 

Poco a poco empezaron a llegar colegas, compañerxs, amigxs también. En esta profesión a veces se forjan amistades en medio del torbellino de lo que acontece. Siempre creo que quienes documentamos la realidad tenemos el don de la intuición, la práctica de la supervivencia y en algunos casos amor por lo que hacemos aunque cada vez nos paguen menos. Porque la precarización de la profesión es un tema del que hay que hablar.

Es uno de los camarazos más concurridos de los últimos tiempos y, a diferencia de los anteriores, se siente una angustia tácita. “Exigimos la renuncia de la ministra de seguridad Patricia Bullrich”, gritamos con las cámaras en alto.

“Esto nos podía haber pasado a cualquiera”, dice alguno mientras da una entrevista. Escalofrío. Siento un dolor en el pecho, recuerdo las imágenes que sacaron muchxs compañerxs que estaban a su lado. Esto nos podía haber pasado a cualquiera. 

Por la tarde los grupos de WhatsApp de fotoperiodistas estallan. Dónde conseguir máscaras y cascos más baratos, cómo nos organizamos para salir a fotografiar y cuidarnos lxs unxs a lxs otrxs, qué conviene para limpiarse de los distintos tipos de gases que tiran las fuerzas de seguridad, a quién acudir. Anotarse en listas para que el sindicato y la asociación de reporteros gráficos sepan de nuestro paradero. Estar atentxs en medio de la urgencia.

La urgencia de la tarea, la urgencia de los hechos, la urgencia de los reclamos, la urgencia de comer cada día, la urgencia de conservar nuestras vidas para comunicar, la urgencia de denunciar lo que le pasa a un colega y lo que sucede en la trama social. La urgencia.

Hace un mes fui despedida, luego de 10 años, de mi trabajo como fotógrafa en la Secretaría de Cultura de la Nación. 

Como escribió hace poco Eduardo Longoni, reportero gráfico desde 1979, “Al poder le gusta la oscuridad. A los fotógrafos, la luz”. 

Y siempre saldremos a buscarla.

Susi Maresca

Susi Maresca es fotoperiodista para diversos medios nacionales e internacionales. Coautora de libro "La ruta del litio: voces del agua".

Susi Maresca is a photojournalist with various national and international media. She's co-author of the book “La ruta del litio: voces del agua” (The Lithium Path: Voices of the Water).

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