Río Bravo, caudal sitiado

Ilustración digital creada para Ojalá © Elisa María M.V.

Reportaje • Verónica Martínez • 29 de mayo, 2025 • Read in English

Un zumbido persiste a orillas del río Bravo bajo el puente internacional Guadalupe-Tornillo. Son los motores de los camiones de carga que cruzan hacia los Estados Unidos. Con un poco de atención, aún se puede escuchar el canto de los grillos y, a lo lejos, una torcacita suelta un arrullo.

“Allá se alcanza a ver un poco de agua”, dijo Alejandro González en una entrevista realizada en el Valle de Juárez, refiriéndose a un riachuelo con tintes verdes sobre el cual vuelan polillas y mosquitos. 

González, un hombre de poco más de 30 años, ha vivido casi toda su vida en el Valle. Es alto, delgado y usa lentes. Aunque es un día soleado lleva un pullover sobre una camisa para protegerse del clima impredecible de la primavera en el desierto.

El punto cerca del puente internacional es de las pocas áreas que siguen siendo seguras para visitar el río en Doctor Porfirio Parra, uno de los poblados en el Valle de Juárez. Los campos agrícolas del Valle se extienden por los municipios de Práxedis G. Guerrero y Guadalupe; parte de la población aún se dedica a la siembra, pero con los años cada vez son menos y más personas se suman a trabajar en la maquiladora, fábricas de ensamblaje destinadas a la exportación.

González recuerda el río como un lugar en donde la comunidad podía reunirse, hacer un día de campo y disfrutar del agua.

Esto ya no es posible, lamentó.

“No solo por la sequía, esto también tiene que ver con la violencia y con la militarización”, dijo González. “Esta área ya está privatizada por el narco. No es un área de convivencia”.

Por tres años consecutivos han declarado estado de emergencia por sequía extrema en el estado de Chihuahua y esto ha afectado el cauce del río Bravo. A la par, en la frontera norte se ha consolidado en gran medida la militarización, tanto por autoridades federales estadounidenses como mexicanas. 

El río Bravo entra a México por Ciudad Juárez en el punto de cruce entre Chihuahua y los estados de Texas y Nuevo México, en EE.UU. Por más de un siglo, ha sido un afluente de interés para las fuerzas armadas de ambos lados. Diversas organizaciones de la sociedad civil han expresado preocupación ante tal ocupación militar. 

Activistas y especialistas ambientales señalan la importancia del río Bravo como un espacio de descanso para aves migratorias, siendo la región Paso del Norte un corredor migratorio natural que se extiende desde las montañas al suroeste de los poblados del Valle, atraviesa los médanos de Samalayuca, su sierra, la sierra de Juárez, las montañas Franklin en El Paso y las montañas Órgano en Las Cruces, Nuevo México. 

Israel Moreno Contreras, biólogo egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México especializado en avifauna y originario de Ciudad Juárez, describe las rutas migratorias de las aves en la región como efímeras y adaptables a los espacios verdes y de agua que están disponibles. Considera que el río Bravo tiene una función dentro del ecosistema regional, que es brindar un espacio de alimentación y descanso. 

Mientras las especies migratorias buscan espacios alternativos al río Bravo, la comunidad juarense manifiesta inconformidad con la presencia de fuerzas armadas. Su trabajo colectivo ha generado espacios de recreación y resistencia en la frontera con EE.UU.

El río Bravo bajo asedio

Primero talaron los mezquites, han instalado una variedad de mallas ciclónicas y ya empiezan a enredarse los tallos de los quelites en el alambrado de púas. El pasar de los vehículos remueve la tierra y el ulular del tecolote ya no se escucha al anochecer.  

El bordo del río Bravo ha sido perturbado en los últimos años por actividades de excavación y remoción de vegetación para la construcción de estructuras que faciliten el paso de vehículos. Gran parte del año no hay agua en el río, pues esta se contiene en la presa del Elefante en Nuevo México y por las trece compuertas en el bordo con Texas. 

Autoridades de la Patrulla Fronteriza de EE.UU. reportaron en enero haber encontrado un túnel utilizado por el crimen organizado para el tráfico de personas en el bordo del río Bravo en Ciudad Juárez. En respuesta al hallazgo, elementos de la Guardia Nacional (GN) mexicana empezaron a utilizar varillas para perforar el suelo buscando rastro de otros túneles. Estas perforaciones impactan el hábitat de especies desérticas que construyen madrigueras en el suelo cercano al río. 

Las orillas del río Bravo son uno de los hábitats naturales del tecolote llanero, especie de búho de plumaje marrón que ya se ha visto impactado por otras actividades humanas como el desarrollo inmobiliario. Ambientalistas ya han hecho un llamado al cuidado de estos hábitats naturales.

“[Autoridades de la GN] mencionan que están detectando terreno irregular, sin embargo nosotros sabemos que estos terrenos muchas veces son madrigueras y cavidades que utiliza la fauna local”, dijo un integrante del Colectivo Sierra de Juárez en entrevista con Ojalá.

La construcción de infraestructura fronteriza, el paso vehicular y las perforaciones aceleran la erosión del suelo y afectan la deposición —acumulación de sedimentos—, cambiando la composición geológica del río Bravo, según la doctora Adriana Martinez, investigadora en los departamentos de Ciencias Ambientales y Geografía en la Universidad de Edwardsville en Illinois.

“En cualquier momento en que un río cambia su dirección, eso va a cambiar el hábitat que está ubicado en el agua”, explicó Martinez en entrevista telefónica en febrero. “Si estamos cambiando la erosión o deposición, no sabemos qué reacción podría tener en el otro lado y afectar a las criaturas que habitan el río o a quienes dependen de él”.

Además de los efectos medioambientales, Martínez considera los impactos binacionales que podría tener un cambio en el flujo del río, ya que la frontera con Texas entre los dos países se define por su curso.

Un río sin agua

González recuerda una estrecha relación de los poblados con el río. La comunidad lo cruzaba con facilidad para llegar a poblados como Fabens, Texas, para refrescarse y los agricultores dependían de su agua para regar los campos de algodón, trigo y alfalfa, entre otros cultivos. Ahora ve cómo los agricultores de su pueblo llegan a conformarse con un agua de riego sucia que al secarse deja una costra negra. La idea de regar con agua limpia del río parece un sueño de antaño.

“Si vemos afluentes tan grises en el presente tiene que ver con que, por más de 100 años,  [el Valle de Juárez] ha contado con el 10 por ciento del río, sí bien le va”, dijo González. Diez por ciento representa la cantidad de agua asignada a México por el ampliamente criticado Tratado Binacional de Aguas de 1906. El resto lo tiene EEUU. Y la cuota de México no siempre se respeta.

“Los gringos empiezan a hacer su infraestructura con el gran canal americano y a partir de 1906 se quedan ellos con la mayoría del Bravo”, dijo Gónzalez. “Juárez poco a poco se iba haciendo la idea de que se iba a quedar sin río”.

Militarización creciente

La ocupación militar en el río Bravo por autoridades texanas inició en diciembre del 2022 por parte de la Guardia Nacional de ese estado. El despliegue de la fuerza armada en la frontera de Texas con los estados del norte de México ha tenido el propósito de disuadir la migración irregular y frenar el trasiego de drogas.

Por su parte, el gobierno mexicano ha aumentado el presupuesto anual asignado a la Secretaría de Defensa Nacional (Defensa) y la Secretaría de Marina desde el 2018. El año pasado, el presupuesto asignado a las fuerzas armadas casi se duplicó comparado con el 2023. 

En un análisis de datos que hice en base en contratos públicos de Defensa con el apoyo de la ONG investigativa PODER, encontramos que ha habido una inversión militar en infraestructura de la frontera norte con un gasto público de 31 mil 489 millones de pesos mexicanos (US$1,6 mil millones) en proyectos que incluyen el equipamiento de las 21 aduanas en la frontera. 

La presencia de Defensa en el norte de México se ha ido consolidando desde el 2022. En Ciudad Juárez, en específico, ya se ha visto presencia militar a través de operativos en conjunto con autoridades estatales. En febrero, Claudia Sheinbaum desplegó otros 10 mil elementos de la GN en la frontera norte para frenar el flujo de migrantes y fentanilo hacía Estados Unidos.

“Hay una tendencia por parte del estado que tiene que ver primero con desarmar a la población a través de estos mecanismos de control, que es por medio de los ejércitos y las policías”, dijo Ileana Espinoza del Centro de Derechos Humanos Paso del Norte durante un conversatorio sobre militarización en Ciudad Juárez. “Nosotros aquí en la frontera sabemos que las políticas de seguridad no son políticas ciudadanas, o sea, nos las imponen”.

El costo de la militarización de fronteras no se limita a la inversión de recursos públicos. También puede tener un costo ambiental y social para las comunidades fronterizas. 

Seres vivos en búsqueda de espacios de descanso 

Una variedad de patos anidan en los bancos del lago artificial del Parque Central de Juárez, ubicado a diez kilómetros del río Bravo. Algunos son residentes permanentes de la frontera como el pato tepalcate, distintivo por su plumaje cobre con negro y su pico azul pálido.

Otros patos que nadan en este cuerpo de agua artificial solo están de paso como el canadiense, el arcoíris y el mexicano, explicó Isaac Miramontes, estudiante de biología de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y encargado en el departamento de fauna del parque.

Para Miramontes, el cuerpo natural de agua más importante de la región seguirá siendo el río Bravo, a pesar del hecho que este ha sido desnaturalizado por la actividad humana, reduciendo los hábitats de descanso para las aves migratorias.

“La sequía del río Bravo, la canalización de agua y otros factores hacen que las aves lleguen a otros cuerpos de agua”, dijo Miramontes. “En los años de sequía se concentran más aves en el Parque Central”.

Aun con la poca agua que lleva el cauce, el río Bravo sigue recibiendo algunas especies como la avoceta americana que caza crustáceos en el subsuelo arenoso del río. Solo están de paso. Buscan refugio en las montañas de los médanos de Samalayuca y la Sierra de Juárez, hacia el oeste. 

González dice que siente que vive en un pasillo, con el río hacia el norte y las montañas al sur, sin poder habitar ninguno. 

“Nos dimos cuenta que les hace falta a [lxs jóvenes] una relación con la naturaleza”, dijo González. “Es muy lamentable, pues esta desconexión se debe a la limitación de sus libertades y no sé si no se han dado cuenta que sin la naturaleza, no existe nada”.

Con el objetivo de reactivar la vida cultural y ofrecer actividades artísticas, nació el Okupa Cultural Valle de Juárez (OKUVAJ), fundado por González. En el OKUVAJ hay vida en las noches, con proyecciones de cine y, en algunas ocasiones, “lunadas” que son noches al aire libre para observar las estrellas. 

Esta reactivación es un ejemplo de un esfuerzo para reparar el daño hecho por la militarización y la guerra contra el narco en la zona fronteriza cerca de Ciudad Juárez. Hay una esperanza de que las nuevas generaciones puedan reconectar con la naturaleza. Mantener estos espacios vivos ha sido un acto de resistencia. 

Esta es la quinta y última entrega de una serie de artículos que fueron posibles gracias al apoyo del Resilience Fund.

Verónica Martínez

Verónica Martínez es periodista multimedia. Se enfoca en la cobertura de política migratoria, dinámicas fronterizas y movimientos feministas desde Ciudad Juarez, Chihuahua. Ha trabajado como periodista para medios de la red USA Today (El Paso Times y Las Cruces SunNews) y para La Verdad de Juárez. En su trabajo periodístico, Verónica está interesada en retratar la vida fronteriza de la región del Paso del Norte, la defensa de los derechos humanos y el impacto que las actividades sociales y económicas tienen en la flora y fauna local.

Verónica Martínez is a multimedia journalist who specializes in migration policy, border dynamics and feminist movements in Ciudad Juarez, Chihuahua. She has worked as a journalist for USA Today Network Media (El Paso Times and Las Cruces Sun News) and for La Verdad de Juárez. As a journalist, Verónica has reported on border life in the Paso del Norte region, the defense of human rights, and the impact of social and economic activities on local wildlife.

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