La ‘Pax Narca’ en Chiapas
Obra de teatro zapatista denunciando la violencia en el Caracol Dolores Hidalgo, Chiapas, 2024. Foto © Francisco Lion.
Opinión • Delmy Tania Cruz Hernández • 16 de mayo, 2025 • Read in English
Las regiones de los Altos, la zona Centro y la Frontera de Chiapas respiran la Pax Narca, donde se evoca la idea de una supuesta “paz” dentro del mundo del narcotráfico.
Desde el 8 de diciembre de 2024, cuando tomó posesión el gobernador Eduardo Ramírez Aguilar afiliado al Movimiento de Regeneración Nacional, una de las apuestas más grandes ha sido recuperar la “paz” en Chiapas.
En los últimos años, la violencia provocada por grupos criminales en el estado del sureste mexicano ha ido incrementando. Los desplazamientos forzados, los secuestros y la aparición de cuerpos torturados en medio de las calles se volvieron un paisaje en cada rincón del estado.
Entre 2010 y octubre de 2022, el Centro de Derechos Fray Bartolomé de las Casas (Frayba) registró al menos 16,755 personas desplazadas forzosamente. Organizaciones comunitarias y la Iglesia han demostrado que, especialmente entre 2018 y 2022, el desplazamiento se volvió mucho más grave, principalmente en la región de Los Altos derivado de los conflictos territoriales entre Los Machetes, y los Herrera, grupos delictivos que actúan en la región desde 2021. Para diciembre de 2024, en el municipio de Palenque, en la región de la Selva, se encontraron 31 cuerpos desmembrados en 25 fosas clandestinas.
La omisión del gobierno federal, estatal y municipal fue evidente durante los últimos años y se volvió parte del problema.
Como gobernador, Ramírez Aguilar repite el discurso de regresar la paz a Chiapas. Sus primeros pasos van encaminados a impulsar la estrategia de seguridad federal, en donde se recrea el imaginario de que existen “buenos y malos”. Para erradicar el narcotráfico y los delitos que lo acompañan “los buenos” —las fuerzas armadas— tienen que entrar para buscar la seguridad nacional. En ese discurso hay un enemigo en común: “los malos”, el narcotráfico.
Los brazos del paramilitarismo construido por los gobiernos que impulsaron la guerra de baja intensidad en el estado durante las últimas cuatro décadas se volvieron núcleos claves de los grupos criminales que ejercen el terror en las comunidades rurales y urbanas en el estado.
Para mostrar estas articulaciones podemos observar la región Frontera, en donde algunas fracciones de organizaciones campesinas históricas que se volvieron paramilitares y controlan los bares de alterne del cinturón de la periferia de Comitán y la entrada de Margaritas. Ahí se trafica con drogas, mujeres y armas. Los logos de las organizaciones a la entrada de cada bar demuestran este hecho, además de la voz de población local, quienes por un lado demuestran disconformidad por su existencia, mientras que algunos más las ven como oportunidad laboral.
“Para que yo pueda trabajar bien tengo que ir a presentarme a las organizaciones [paramilitares], pa’ que me pongan mi logo”, dijo Juan, taxista de la colonia de Cash del municipio de Comitán en una entrevista con Ojalá en febrero 2025. “Y también tengo que ir a hacer guardia cuando hay enfrentamiento entre los narcos, porque sabemos que es lo mismo, los de las organizaciones y los narcos, están juntos para exprimirnos”.
Milicianos zapatistas en defensa del territorio en el Caracol Jacinto Canek, Chiapas, 2025. Foto © Francisco Lion.
Los pakales y sus vínculos
El 9 de diciembre de 2024, el gobierno del estado creó la Fuerza de Reacción Inmediata Pakal (FRIP), un grupo de élite integrado por más de 500 exmiembros del Ejército Mexicano, la Guardia Nacional, la extinta Policía Federal y la Secretaría de la Marina que ahora están adscritos a la Secretaría de Seguridad del Pueblo (SSP). La FRIP tuvo su primera inmersión en la ciudad natal del gobernador, Comitán de Domínguez.
El 15 de diciembre fuimos testigos de la llegada de la fuerza militarizada a Comitán, la ciudad más grande de la Frontera Media de Chiapas. Desmanteló negocios en donde se vendían drogas, realizó cateos en ranchos, casas, bares y bodegas y detuvo a 92 policías por presuntos nexos con el crimen organizado.
Quedó detenido el exjefe de seguridad del actual presidente municipal de Comitán, Mario Fox, pero ningún cargo se levantó hacia el reelegido. “Todos saben quién es el verdadero provocador de la violencia en Comitán […] es el Mario Fox, pero él sigue intocable”, comenta un defensor de derechos humanos cuyo nombre ha sido cambiado por seguridad. “Yo lo que veo es pura gente pobre [que] está siendo detenida”.
Cada entrada de la FRIP en diferentes municipios ha mostrado la existencia de evidencias de los vínculos entre las fuerzas policiales y el crimen organizado. En Chiapa de Corzo detuvieron a 89 policías que están bajo investigación, al igual que al jefe de la policía y la directora de tránsito. En Frontera Comalapa, detuvieron al alcalde y más personas de su gabinete. En ese mismo lugar catearon un rancho en donde se construían cinco vehículos monstruos.
”Puros hombres armados miras a la entrada y salida de cada pueblo, pero qué piensan los jóvenes, que solo así es la vida, con armas, con violencia, con todo”, añade Mar, defensora de derechos de las mujeres del municipio de Frontera Comalapa. Entrevisté a Mar después de una de las llegadas de la FRIP a Margaritas para saber cómo los colectivos de mujeres se sentían con estos cambios territoriales.
Los pakales, como es conocida la FRIP, es dirigida por el secretario de Seguridad del Pueblo, Óscar Aparicio, y el Fiscal General de Chiapas, José Luis Llaven. Ambas figuras despertaron preocupaciones por parte de la sociedad civil organizada cuando fueron nombrados miembros del gobierno.
En particular, el Frayba alertó que el Fiscal Llaven ha estado involucrado en “casos de detenciones arbitrarias, amenazas, torturas y otras violaciones a los derechos humanos”. Según el centro, estuvo implicado en la muerte bajo tortura de Luis Ignacio Lara Vidal en 2005, así como en la detención y tortura de integrantes de La Otra Campaña de San Sebastián Bachajón.
Llaven también llamó a los feminicidios “crímenes pasionales” el mes pasado, mostrando misoginia y revictimizando a las víctimas.
Por su parte Aparicio ha sido vinculado con el Cártel Jalisco Nueva Generación en diversos medios. A pesar de estas y otras preocupaciones, el gobierno federal ha mostrado un fuerte apoyo al gobernador Ramirez Aguilar. El pasado 8 de enero, la Secretaría de Gobernación Rosa Icela Rodríguez y el Secretario de Seguridad Omar García Harfuch acompañaron al gobernador chiapaneco a la ciudad de San Cristóbal de las Casas para mostrar su apoyo a su estrategia de seguridad.
Jóvenes raperos zapatistas en el Caracol Jacinto Canek, Chiapas, 2025. Foto © Francisco Lion
El nuevo escenario
Desde que inició la estrategia de seguridad en Chiapas, el nuevo escenario es el control territorial por parte de la FRIP. La actuación militar, además de combatir el crimen, consiste en controlar y regular carreteras, custodiar a los ediles interinos puestos por el gobierno, promocionar la recuperación de lugares turísticos que eran intransitables, como Lagos de Colón que pertenece al municipio de Trinitaria, y el Centro Ecoturístico de las Nubes, ubicado en el municipio de Maravilla Tenejapa.
Pero la presencia de los pakales también impone terror y angustia en las colectividades. Vivimos miedo discursivo, operativos sorpresas o súbitos allanamientos domiciliarios y promoción de actos de delación entre la comunidad, con el fin de instaurar la “paz”.
“Parece que estamos en guerra, que ha vuelto la guerra, en donde había militares por donde sea y que tenías que vivir con miedo”, dice Rocío, defensora de derechos humanos en el estado. “No niego que la situación [de seguridad] está fuera de control, pero no sé si llenar de ejército ayuda en mucho”.
Las opiniones están divididas en la sociedad. Por un lado, se aplaude que se retome la llamada paz. Y por otra parte, existe preocupación por parte de defensores de derechos humanos organizados en comunidades y sociedad civil, quienes piensan que esta apuesta es una fachada para imponer unas fuerzas por otras.
Crear un imaginario de guerra ha sido fácil porque las condiciones estaban dadas en Chiapas. Controlar la subjetividad colectiva de las personas para obtener apoyo y legitimar las acciones castrenses en los espacios públicos con el fin de dotar de mayores facultades a los militares para que amplíen su presencia en la sociedad, incluso con tareas que no son de su función, no ha costado mucho trabajo.
Los medios locales en redes sociales, desde hace tres meses, muestran las detenciones —en su mayoría hacia hombres jóvenes indígenas precarizados— incriminados en delitos por la venta de drogas ilícitas. Lo cierto es que la raíz sigue siendo la desigualdad que prevalece en Chiapas: se criminaliza la precariedad y no se termina de detener a los verdaderos culpables.
El ambiente de tensión es álgido, la fábrica de delitos continúa, como con el caso del defensor Mario Gómez López. Y el pasado 24 de abril, agentes de seguridad entraron sin razón en la comunidad de San Pedro Cotzilnam y detuvieron sin pruebas a José Baldemar Sántiz Sántiz y Andrés Manuel Sántiz Gómez, quienes forman parte de las bases de apoyo del movimiento de resistencia zapatista. Fueron acusados de secuestro agravado. Este allanamiento es una muestra más de hostigamiento y abuso de poder contra los zapatistas, que concuerda con la guerra de baja intensidad que el gobierno en sus tres niveles ha continuado desde 1994.
Mientras tanto, la propuesta de avanzada extractivista no para. Ahora se retoma la idea de conectar dos puntos claves del estado para construir la autopista San Cristóbal de las Casas Chiapas-Palenque, que ya en 2013 fue propuesta por el entonces senador y ahora gobernador de Chiapas. Dicho proyecto enfrentó oposición por parte de actores que conformaron el aún vivo Movimiento por la Defensa de la Vida y el Territorio.
El folklore del “humanismo que transforma” con la que ejerce el poder el gobernador Ramírez Aguilar solo pretende tapar la injusticia, desigualdad y violencia con la que se habita cotidianamente en Chiapas. La guerra civil llama a la puerta y las acciones implementadas desde diciembre de 2024 lo demuestran.
En Chiapas, la paz viene armada y la Pax Narca es recreada con las imágenes que acompañan la letra de la canción que dice: “Los pakales llegaron ya y llegaron para darnos la paz…”. Hasta en la música se hace apología de que la militarización es el mejor camino para construir la paz.