Puerto Morelos, paraíso ¿para quién?
Amanecer en Puerto Morelos, 27 de septiembre, 2025, Quintana Roo, México. Foto © Maozya Murray.
Reportaje • Maozya Murray • 31 de octubre, 2025 • Read in English
En Puerto Morelos, torres hoteleras blancas se elevan sobre un mosaico de casas coloridas, creando una combinación insólita en una angosta franja de tierra delimitada por manglares, por un lado, y el mar Caribe, por el otro.
Desde la azotea del hostal Cuca Macuca, el centro comercial Bella Mare Condos & Shopping Mall se eleva abruptamente entre los manglares. Una grúa traza arcos lentamente, acarreando botes de concreto y vigas a través de la obra.
El sitio es uno de los seis nuevos desarrollos que, según la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA), están infringiendo las leyes ambientales en este pequeño municipio costero.
Ubicado a media hora al sur del centro turístico de Cancún, Puerto Morelos escapó durante mucho tiempo al auge hotelero que está transformando la Riviera Maya. Ahora las ventas inmobiliarias están creciendo rápidamente. Carteles pegados en las ventanas relucientes de los condominios a la venta muestran familias de personas blancas y precios en dólares, mientras el sector hotelero promociona las propiedades con inversores extranjeros que persiguen activos rentables.
María, de 31 años, sirve café a quienes madrugan en el mostrador de su pequeño restaurante familiar, a dos manzanas de la playa. “Antes se podía ver el mar”, dice, mirando con nostalgia hacia la costa. ”Ahora son puros hoteles”. María, como otros lugareños con quienes hablé, pidió permanecer en el anonimato. Hablar en contra del desarrollo inmobiliario puede ser peligroso.
El Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda) encontró que, en 2024, el estado de Quintana Roo, donde se encuentran Cancún y Puerto Morelos, fue uno de los que registraron el mayor número de ataques contra personas defensoras del medio ambiente en México. Algunxs fueron blanco de ataques por oponerse a proyectos inmobiliarios.
La inseguridad no se limita a quienes protestan. Según una reciente encuesta gubernamental, casi tres cuartas partes de la población de Quintana Roo se sienten insegurxs. Esa cifra es aún mayor entre las mujeres. En un poblado de menos de 30,000 habitantes, la sensación de vulnerabilidad es difícil de ignorar.
Ecosistema en peligro
Una sección del Sistema Arrecifal Mesoamericano se encuentra a poca distancia en barco de las playas arenosas de Puerto Morelos. Por el oeste, el municipio está rodeado de 5,000 hectáreas de arrecifes que albergan vida marina y aves migratorias.
Los manglares y el arrecife que unen la tierra y el mar forman un corredor ecológico que sustenta la biodiversidad, protege el litoral y sostiene a lxs portomorelenses. Para la población de pescadores y guías turísticos este ecosistema es esencial: el arrecife suministra alimentos e ingresos, mientras que los manglares purifican el agua, creando viveros para la vida marina.
En la década de 1950, Puerto Morelos era un pueblo pesquero de unos 80 habitantes. Con el rápido desarrollo de Cancún en los años 70, las personas que se dedicaban a la pesca y los grupos ecologistas empezaron a notar impactos negativos en el arrecife.
Lxs habitantes se dieron cuenta de que cada vez eran más frecuentes los casos de explotación del coral a lo largo de la costa. “La gente de Puerto Morelos dijo, ‘No queremos que [eso] nos pase en Puerto Morelos’”, recuerda Octavio Granados González, director del Parque Nacional Arrecife de Puerto Morelos. “¿Qué hacemos? Pues juntémonos para buscar la declaratoria como área natural protegida”.
Hoy, Puerto Morelos se sitúa entre dos áreas protegidas: el Parque Nacional Arrecife de Puerto Morelos y el Área de Protección de Flora y Fauna Manglares de Puerto Morelos.
El apoyo de la comunidad al Parque Nacional sigue siendo firme. “Entre todos, ha sido [posible] tener más ojos y más oídos para cuidar este parque”, dijo Granados González a Ojalá.
Pero fue cuidadoso al enfatizar que la designación de un área protegida a menudo no es suficiente. A lo largo de la costa caribeña de México, las áreas protegidas existen sobre todo en el papel, mientras que muchos parques carecen de personal suficiente, lo que los hace vulnerables a la explotación.
En Puerto Morelos, el delicado equilibrio ecológico se ha visto presionado por el rápido crecimiento demográfico y económico. Entre 1998 y 2006, la población se triplicó, y el turismo —que impulsó gran parte de ese crecimiento— aceleró el ritmo. El número de visitantes ha seguido aumentando de forma constante, incrementándose casi un 17 por ciento entre 2019 y 2022, según la Secretaría de Turismo.
Con la reciente inauguración de dos estaciones del Tren Maya en Puerto Morelos es probable que esas cifras aumenten. El tren, sin embargo, está moviendo algo más que turistas: también está trayendo especulación inmobiliaria.
Un estudio de 2025 confirmó lo que la población local ya intuía: que la proximidad del ferrocarril está haciendo subir los precios del suelo. “Para mí, el problema que tiene el tren es la especulación inmobiliaria que está generando”, dijo Rosalía, miembro de Puerto Morelos Sustentable, un grupo local que denuncia desarrollos inmobiliarios ilegales. Ella también pidió permanecer en el anonimato por miedo a represalias.
“Estamos creando ciudades habitadas exclusivamente por el turismo, ¿no? Y, entonces, la población local, ¿en dónde quedamos?”, preguntó. “¿Dónde están nuestros servicios? ¿Dónde tenemos iglesias? ¿Dónde tenemos centros culturales?”.
Obras del centro comercial y condominios Bella Mare. Puerto Morelos, 27 de septiembre, 2025, Quintana Roo, México. Foto © Maozya Murray.
El turismo no es el problema, es el sector inmobiliario
Al pasear por la ciudad, queda claro que lxs turistas con aletas de buceo no son la principal amenaza para el arrecife. La verdadera amenaza son las enormes obras de construcción que se extienden a lo largo de la costa.
“Una vez que llega la construcción es muy difícil detenerla: siguen construyendo cada vez más cerca de la orilla, hasta que prácticamente están en el agua”, dijo Héctor, un vecino que también pidió no ser nombrado. “Incluso intentaron comprar nuestra secundaria”, añadió.
La Secundaria Técnica n°7, situada frente al mar, ha resistido durante mucho tiempo la invasión de inmobiliarias. Recientemente, una de ellas intentó construir un acceso a la playa a través de los terrenos de la escuela.
Estos cambios no se limitan a Puerto Morelos. A lo largo de la costa al sur de Cancún —conocida como Riviera Maya— se está desplegando un insólito panorama de condominios de lujo y enclaves turísticos.
Puerto Morelos, calificado como una “estrella emergente” para la inversión extranjera, se está convirtiendo rápidamente en el mercado inmobiliario más codiciado del estado. En 2024, Quintana Roo atrajo una cifra récord de casi mil millones de dólares en inversión extranjera directa, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
Los dólares que están transformando el litoral —y la vida de las comunidades del Caribe mexicano— proceden de España, EE.UU. y los Países Bajos.
Antonella Vázquez Cavedón, directora de la ONG medioambiental local DMAS, dijo a Ojalá que también hay inversionistas de la Ciudad de México. “Es gente que, yo lo siento, [son] los hijos del Tren [Maya]”, dijo. “Gente que vio que aquí, con conectes, con amigos, con conocer al correcto, haces lo que quieras”.
En un municipio de viviendas modestas, casi todas de una sola planta, las nuevas urbanizaciones resultan impactantes. “El manglar llegaba hasta el mar. Ahora no; tenemos hoteles en la parte donde estaba el manglar”, dijo Granados González.
Eduardo Rodríguez Garrido es el fundador de la fundación conservacionista local Puerto Manglar, y recuerda el momento en que se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo en Puerto Morelos. “Vimos salir a un cocodrilo en una parte del manglar donde había mucha basura”, dijo. “Les comenté a mis hermanos que por qué no realizamos [jornadas de] limpieza”.
Pero los hombres se dieron cuenta rápidamente de que las jornadas no eran suficientes.
“Nosotros sí estamos de acuerdo en hacer esas jornadas de limpieza, de ir a limpiar, pero sí se ensucia más rápido de lo que podemos limpiar, nada más estamos limpiando, limpiando”, dijo Rodríguez Garrido.
Explicó que, además del aumento de las emisiones de carbono, la construcción —que emite con diferencia la mayor parte de los gases de efecto invernadero a nivel mundial— amenaza directamente a los manglares a través de la tala y el desecho ilegal de materiales de construcción.
Sin embargo, las inmobiliarias insisten en que la legislación vigente protege estos lugares de importancia ecológica mundial. “El desarrollo es inevitable”, dijo un representante de Bella Mare, que recibió una orden de clausura de la PROFEPA en julio.
Según una revisión de los registros de la PROFEPA realizada por Maya sin Fronteras, este año se han clausurado once proyectos en Quintana Roo por violaciones medioambientales. Tras revisar los documentos, encontré que de mayo a agosto de este año, nada menos que 25 proyectos han sido clausurados por violaciones ambientales en el conjunto de la Península de Yucatán.
¿Corrupción o negligencia?
El 24 de octubre, un juez del Juzgado Octavo de Distrito emitió una sentencia por la que se revocó una licencia concedida por el ayuntamiento de Puerto Morelos para un proyecto frente al mar que operaba ilegalmente, según las leyes medioambientales mexicanas.
Vázquez Cavedón, de DMAS, la organización que llevó el caso ante el tribunal, explicó que el hecho de que las inmobiliarias sigan adelante sin permisos medioambientales es una estrategia deliberada. “Al ser tantos, prefieren tomar la suerte, ‘A ver si construyo, vendo y ya después [veo]’, porque lo vemos en juicios’”, dijo. El municipio lo permite, dijo, porque es buen negocio.
La mayoría de las obras sobre las que se emitieron órdenes de clausura en Puerto Morelos ya tenían avance cuando llegaron las autoridades. “¿Qué sentido tiene cerrarlos cuando ya han sido construidos?”, pregunta Rodríguez Garrido, exasperado.
Los esfuerzos del gobierno para demoler estructuras ilegales pueden prolongarse durante años y conseguir una compensación medioambiental es aun más difícil.
Una comunidad con esperanza
Desde la década de 1970, la península de Yucatán ha sido parte de la iniciativa estatal de promoción del turismo y la inversión extranjera, una política que ha cobrado un nuevo impulso con los sucesivos gobiernos del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
Pero incluso en este contexto, lxs habitantes de Puerto Morelos siguen luchando por las características que definen a la localidad: sus ecosistemas, la unión de su comunidad y su forma de vida tranquila.
“Es muy claro el tipo de turismo que manejamos, que es personas de la tercera edad y familias”, dijo Rodríguez Garrido. “Mientras tengamos leyes estrictas sobre la vida nocturna… no nos vamos a convertir en Cancún”, agrega con determinación.
La resiliencia de la comunidad se puede entender al mirar las iniciativas ambientales locales, como la fabricación de material de construcción con sargazo o los esfuerzos de jóvenes por la restauración del arrecife.
Al amanecer, Puerto Morelos sigue sintiéndose como un pueblo de pescadores. Sus habitantes preparan sus redes y barcos de turistas para pasar el día en el arrecife. En esa luz, las esperanzas de lxs que viven ahí parecen posibles.

