LASTESIS: encarnar la resistencia y mantener viva la lucha
Presentación de Un violador en tu camino en 2019. Foto cortesía de LASTESIS.
Opinión • LASTESIS • 13 de junio, 2025 • Read in English
LASTESIS conforman una colectiva feminista transincluyente de crítica y arte performativo de Valparaíso, Chile, conocida por su protesta artística Un violador en tu camino. A finales de mayo, se propusieron viajar a San Francisco a la reunión anual de la Asociación de Estudios Latino Americanos (LASA, por sus siglas en inglés) que este año llevó por título “Poner el cuerpo en Latinx América”. Una de las compañeras no pudo viajar pues chocó con el muro que el gobierno de Trump está poniendo a cuerpos e ideas: le cancelaron la visa. Otra compañera alcanzó a llegar a la reunión después de un agresivo episodio en migración tras llegar a California. El siguiente texto fue leído de manera híbrida, Daffne Valdés Vargas in situ y Sibila Sotomayor Van Rysseghem en línea, en un panel compartido junto a Rita Segato y Verónica Gago en LASA. Las ideas están vivas, como dicen las compañeras, y también saltan muros. Aquí compartimos parte de lo que se presentó en la reunión. —Eds.
Las ideas están vivas, encarnadas en los cuerpos de quienes las están pensando, movilizando, activando. Las ideas están vivas en los cuerpos que se contagian de las ideas de otros cuerpos en diálogo. Las ideas están vivas en los cuerpos colectivizados en uno, accionando en el espacio público movilizados por urgencias comunes. A veces las ideas ni siquiera son grandes ideas, son pequeñas inquietudes, una duda, una certeza chica, una llamita que encuentra propagación por acumulación y termina por arrasarlo todo.
Como colectivo atesoramos algunas pequeñas certezas que recolectamos de la experiencia de vivir y acuerpar la llamarada de la acción de la performance transfeminista. De esa callejera, casi espontánea y rebelde, que no atiende a jerarquías y actúa por pura rabia movilizadora.
Atesoramos, aquí, en nuestras bolsitas de ficción, y de no ficción también, la recolección de algunas de las metodologías de resistencias antipatriarcales, anticoloniales y anticapitalista-neoliberales que nos enseñamos en conjunto en la práctica por contagio de cuerpos en acción.
Contagio y colectividad constante
Una pequeña certeza, aunque parezca reiterativa, que quisiéramos mencionar aquí, es el diálogo colectivo. Si nos permitimos la amplitud de la definición de la palabra, podemos pensar que una colectividad puede ser de dos personas, o de mil. También puede ser una colectividad y ser efímera: puede aparecer y desaparecer cuando sea necesario. Y, por supuesto, que ese diálogo colectivo puede ser a la distancia, entre distintas disciplinas y en distintos formatos. Puede ser también sin permiso solicitado.
Como cuando nosotras le robamos a Rita Segato sus ideas sobre el mandato de violación: entendemos que este insta a hombres cisgénero a demostrar su virilidad ante una comunidad de pares ejerciendo violencia, específicamente sexual, sobre cuerpos feminizados. Segato, sin saber, nos contagió una perspectiva profunda del tema que encontró espacio en nuestros cuerpos. Nosotras, en un diálogo bastante irrespetuoso, transmutamos sus ideas en canciones, coreografías y una experiencia colectiva y colaborativa. Ahora, esas ideas y experiencia viven en nosotras, se arraigaron, se confundieron y mezclaron con todas las otras ideas y experiencias acumuladas en estos cuerpos, siguieron en movimiento y continuaron en diálogo y acción colectiva con muchas personas más.
A Verónica Gago le robamos el deseo por cambiarlo todo a partir de la potencia feminista. Una potencia que desde el Sur moviliza a miles, millones que, a su vez, perturban las formas de activar lo político del norte global. En esa potencia y en estas estrategias colectivas, colaborativas, acuerpadas, radica nuestra distintiva potencia frente a otros territorios. Al Norte le tocó, esta vez, aprender del Sur.
Sin embargo, estas experiencias encarnadas y acumuladas, performativas en el sentido de transformadoras en lo individual y colectivo, no siempre se movilizan en lo macrosocial. No siempre son/somos masivas, visibles y públicas.
Mucho se habla de una casi “derrota” del movimiento feminista y disidente, pero sabemos que no es así. Y no se trata de ser banalmente optimista, sino de comprender que los espacios y plataformas de nuestra lucha son tan diversos como quienes nos hacemos parte de ella.
No todo es grandilocuente, la épica se la dejamos a los “héroes”, que nada tienen que ver con nosotras y nosotres pues históricamente nos hemos movilizado en los márgenes que se rebelan contra las hegemonías. Es en lo micropolítico donde la potencia transfeminista, performativa y performática se sigue movilizando, insistente hasta el agotamiento.
Porque agota. Cansa insistir, empujar, sudar demandas, denuncias e injusticias. Las ideas acuerpadas movilizadoras junto con cada obstáculo en el camino están vivas en nosotras, han aprendido a convivir en su tensión y oposición, haciendo de nosotras territorio oprimido y herramienta de resistencia.
Nada nuevo que ya no hayamos, hace un tiempo, comprendido, pero que hoy se vuelve a subrayar en nuestra experiencia para llegar a este panel.
Presentación de Relámpago por LASTESIS. Foto © Diego Álvarez.
Cuerpos amenazados
Ciertamente teníamos cosas en mente para expresar en este encuentro, pero en el camino a este país se contagiaron y modificaron. Nos tocó enfrentar nuevamente otra práctica de violencia de Estado para poder estar aquí hoy en este congreso expresando ideas entre las que se nos escapan los traumas, heridas, pero también el goce deseante y convencido de la potencia transfeminista.
Hoy, una de nosotras está en su casa en Valparaíso, Chile, tras ser notificada un día antes de viajar que se le revocaba la visa. La otra está en cuerpo presente pero a costo de un interrogatorio exhaustivo por la policía migratoria, en la que tomaron nota de nuestra historia como amigas, creadoras y activistas. Es el cuerpo, una vez más, el excluido y retenido, condicionado por lo que puede o no llegar a movilizar.
Guardaremos como colectivo esta experiencia también, porque sabemos que nos habla del contexto, del clima político del terror perpetuado por el Estado en este territorio. Pero no lo vemos sólo como un atentado personal, sino también colectivo, y sabemos que, dentro de todo, hemos tenido incluso privilegios frente a las miles, si no millones, de personas que violentamente están siendo perseguidas por la migra en este territorio y en las fronteras del mismo.
A esto se suma un contexto en el cual la amenaza fascista no es inminente, sino que ya hace bastante tiempo llegó para quedarse aquí en el Norte, pero también allá en el Sur. Y vemos este panorama con profundo temor, tristeza, desolación, pero también con mucha, mucha rabia; ira frente a la violencia fascista que ataca con particular énfasis a poblaciones más vulnerables, entre muchas otras, a mujeres y disidencias.
Hoy estamos en peligro, nuestros cuerpos están en amenaza directa, enfrentando políticos y leyes que nos persiguen, pero también a la población civil que en este clima encuentra autorización e impunidad para atacar a mujeres, migrantes, personas trans, personas racializadas, activistas transfeministas, queer, activistas en contra del genocidio y a favor de una Palestina libre —porque como nos decía Rita el otro día: no se puede hablar de transfeminismo en el Sur global sin mencionar el genocidio en Palestina— activistas defensoras y defensores de derechos humanos, defensoras ambientales, perseguidas, desaparecidas, como hoy seguimos sin tener rastros de Julia Chuñil y su perro Cholito.
Trinchera transfeminista
Frente a la violencia, resistencia: es la consigna que hemos seguido y practicado a lo largo de los años a lo largo de revueltas estudiantiles, feministas, estallidos, momentos de esperanza y profunda desesperanza. Hoy resistimos frente al fascismo de la única forma que podemos: la acción colectiva y colaborativa, a la que sumamos el potencial transformador de la performance en las calles, en los escenarios, pero también en lo cotidiano, en lo íntimo y en lo micropolítico.
Esa es nuestra trinchera de lucha, nuestros cuerpos colectivizados por una lucha común; por una idea, por una urgencia, por un mensaje; por una ley del aborto libre, de identidad de género; por una revolución que acabe con el sistema patriarcal, colonial y neoliberal, que queme todo y cree una nueva forma de habitar el mundo. Un impulso utópico sin duda, pero la lucha es a corto, mediano y largo plazo, y las urgencias son tantas que más vale tirar el tejo pasado que quedarnos a medio camino.