¿Que podemos aprender de las protestas en Los Ángeles?

Soldados de la Guardia Nacional estadounidense en bloque contra les manifestantes en Los Ángeles el 12 de junio, 2025. En un pilar al frente se lee “Al carajo ICE” y “Los nazis también solo seguían órdenes”. Foto: Comando Norte de Estados Unidos.

Opinión • Frieda Afary • 25 de junio, 2025 • Read in English

El 6 de junio, una redada del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) en el distrito de la moda de Los Ángeles resultó en la detención y el arresto de 44 trabajadores indocumentades. La redada motivó protestas de familiares y activistas por los derechos de inmigrantes frente a un centro federal de detención en el centro de Los Ángeles.

Las protestas desencadenadas por las redadas de ICE del 6 de junio continuaron creciendo durante los días siguientes hasta alcanzar a miles de personas, en su mayoría jóvenes racializades. Las mismas se extendieron a otras partes de Los Ángeles y a otras grandes ciudades de Estados Unidos.

El 14 de junio, una serie de protestas a nivel nacional que habían sido planeadas desde antes bajo el nombre “No Kings Day” (Día anti-rey) reunieron a unas cinco millones de personas en marchas y manifestaciones mayoritariamente pacíficas en 2000 localidades y ciudades.

Estas protestas habían sido planeadas para coincidir con un desfile militar en Washington D.C. que contó con un financiamiento de $45 millones de dólares a cuenta de les contribuyentes que Trump había ordenado celebrar para conmemorar el Día de la Bandera y su cumpleaños. Les manifestantes, entre quienes se encontraban jóvenes y personas racializadas, así como trabajadores, se pronunciaron en contra de las redadas, el despido masivo de más de 260 mil trabajadores federales, recortes en los presupuestos de salud, educación y protección del medio ambiente, y el ataque a los derechos humanos y civiles.

También se pronunciaron en contra del autoritarismo y el fascismo.

El ataque del gobierno de Trump contra inmigrantes ha sido parte de un plan de acción más amplio para promover el odio y ganar apoyo entre millones de personas de la clase trabajadora. Las protestas en Los Ángeles demostraron que dichas acciones no se quedarán sin respuesta.

La resistencia desde una ciudad santuario

Los Ángeles es una ciudad santuario, lo que quiere decir que las autoridades locales no deben entregar a migrantes indocumentades a ICE a menos que hayan cometido un delito. También es sede de organizaciones y redes de activistas en defensa de los derechos de personas migrantes muy activas y eficaces.

Entre ellas se encuentran la Unión del Clero y Fieles por la Justicia Económica (CLUE, por sus siglas en inglés) y la Coalición por los Derechos Humanos de les Inmigrantes, dos de las organizaciones más visibles. También existen “redes de socorro inmediato” en muchas localidades de todo el país que informan sobre las redadas de ICE y consiguen que comunidades y activistas acudan y enfrenten a agentes.

Recientemente, CLUE ha estado organizando concentraciones semanales compuestas por mujeres que se reúnen frente al Edificio Federal del centro de Los Ángeles. Sus concentraciones siguen el modelo de las que organizan las madres de desaparecides en Argentina. Junto con otras organizaciones, CLUE ha organizado durante varios meses sesiones de capacitación para personas migrantes sobre sus derechos y sobre resistencia no violenta. También coordinan a colaboradores que participan como observadores y testigues en tribunales de inmigración.

United We Dream (Unidos Soñamos), una organización de jóvenes DACA (personas que nacieron fuera de Estados Unidos pero fueron trasladadas al país cuando eran menores de edad y aún no cuentan con documentos), también participa en las labores organizativas.

Indivisible, una red nacional fundada por Leah Greenberg y Ezra Levin en 2017 en oposición a Trump y los republicanos del MAGA, ha crecido hasta incluir cientos de comités locales tras las elecciones de noviembre de 2024, en las que Trump resultó reelecto. Representaciones locales de Indivisible, junto con otras redes como 50501 y el Partido de las Familias Trabajadoras, participan de manera activa en la organización de actividades de solidaridad por todo el país. Otras más han ayudado a organizar protestas contra la aerolínea Avelo por participar en vuelos de deportación.

Por su parte, durante la semana de protestas que comenzó el 6 de junio, el Departamento de Policía de Los Ángeles realizó más de 850 detenciones, la mayoría por presunta resistencia a dispersarse o por violar el toque de queda.

El viernes 6 de junio, la policía hirió y detuvo al líder sindical David Huerta, presidente de la sección californiana del Sindicato Internacional de Empleados de Servicios (SEIU, por sus siglas en inglés). Fue acusado de “conspiración para obstaculizar a un agente”, detenido y puesto en libertad tres días después tras pagar una fianza de $50 mil dólares.

Agentes del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) agredieron y esposaron a Alex Padilla, senador de California, cuando intentaba hacer una pregunta en una rueda de prensa convocada por la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem.

Las redadas de ICE

La última oleada de redadas de ICE forma parte de la intensificación de la campaña a nivel nacional del Gobierno de Trump contra migrantes indocumentades con el fin de cumplir su promesa electoral de deportaciones masivas.

Stephen Miller, subjefe de gabinete de la Casa Blanca y artífice de la política migratoria de Trump, ha pedido que se establezca una cuota de 3,000 detenciones diarias para alcanzar un millón por año. Para conseguir esta cifra, el gobierno de Trump ha realizado redadas en centros de trabajo, el campo, estacionamientos de tiendas, juzgados y domicilios de personas a las que se les ha revocado el estatus de protección temporal. Entre estas últimas se encuentran varios cientos de miles de migrantes de origen venezolano, haitiano, cubano y nicaragüense, a los que pronto se sumarán personas de Afganistán y Ucrania. Ni siquiera las escuelas y los lugares de culto se han librado de las redadas de ICE.

Con esta extensa persecución, la administración Trump ha superado al gobierno de Biden, que deportó a 271,000 personas el año pasado y que se había centrado principalmente en migrantes de reciente llegada y menos en personas establecidas desde hace tiempo, con familia y trabajo.

Tras las protestas de Los Ángeles, Trump lanzó una campaña de desinformación para decir que les manifestantes, en su mayoría no violentes, eran “provocadores a sueldo” similares a turbas violentas. Desplegó 4,000 soldados de la Guardia Nacional, que puso  bajo control federal y envió a 700 miembres de la Marina para asegurar las redadas de ICE contra la voluntad de la alcaldesa de Los Ángeles, la demócrata Karen Bass, y del gobernador de California, el demócrata Gavin Newsom.

Aunque Bass y Newsom confrontaron a Trump y a sus acciones ilegales, llevando el caso a los tribunales, un tribunal de mayor rango permitió a Trump tomar el control de la Guardia Nacional de California y enviar tropas de la marina a Los Ángeles a la espera de nuevas audiencias.

Impulsar el movimiento antifascista

La movilización contra el autoritarismo y el fascismo del gobierno de Trump está creciendo en Estados Unidos. Esto se hace evidente en el aumento de las protestas y, más recientemente, en la victoria del candidato a la alcaldía de Nueva York Zohran Mamdani en las elecciones primarias del partido Demócrata.

Si bien estos son logros prometedores, los números y la naturaleza del movimiento aún están lejos de representar un desafío efectivo para la administración Trump.

Este gobierno controla el ejército más poderoso del mundo. También cuenta con el firme apoyo del sindicato policial y del sindicato de la Guardia Nacional, fuerzas cada vez más utilizadas para detener a migrantes en la frontera sur y en todo el país. Trump cuenta con el respaldo del gran capital (multimillonarios y corporaciones) y también goza de apoyo en todo el país. 

La lucha contra el fascismo y el autoritarismo en Estados Unidos debe comenzar con el doloroso reconocimiento de que el 54 por ciento de la población estadounidense aún sigue aprobando el programa de deportaciones del gobierno de Trump.

La popularidad del presidente ronda actualmente el 45 por ciento. En las elecciones presidenciales de noviembre de 2024, la mayoría de la clase trabajadora, el 53 por ciento de las mujeres blancas, el 47 por ciento de los hombres latinos y el 25 por ciento de los hombres afroamericanos votaron por Trump.

La deshumanización de las personas indocumentadas, reduciéndolas a “criminales” y “enemigos”, el negacionismo, la adopción del darwinismo social y la ideología de la “supervivencia del más apto”, el patriarcado, la misoginia, el racismo y el nacionalismo extremo están muy presentes entre la población estadounidense. Todos estos elementos son características clásicas del fascismo.

Hoy en día, crece el descontento con los despidos masivos de trabajadores federales, los enormes recortes presupuestarios, las exorbitantes exenciones de impuestos para los ricos y los ataques a los derechos humanos y civiles por parte del gobierno de Trump. La desinformación, así como la inversión masiva por parte de las grandes empresas tecnológicas en distractores como los algoritmos de las redes sociales y la inteligencia artificial también han sido eficaces.

Lo que une a la oposición en Estados Unidos hoy en día es el rechazo hacia Trump. Pero todavía hay poco contenido afirmativo. Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez siguen atrayendo a un público numeroso, entre el que se encuentran muches jóvenes, pero su mensaje se limita mayormente a “luchar contra la oligarquía”.

Sería útil para nuestro trabajo contar con oradores, mensajes y textos que combatan de manera coherente la desinformación, ofrezcan análisis claros de los acontecimientos nacionales e internacionales actuales y aborden la alienación capitalista que nos aleja de la solidaridad y los derechos humanos. Este tipo de oposición reflexiva y analítica, arraigada en una visión de futuro, sigue brillando por su ausencia en las protestas que se celebran en todo Estados Unidos.

La extrema derecha se ha construido sobre el mensaje de “América en primer lugar”, el patriarcado, la homofobia, el racismo y la hostilidad hacia el socialismo. Los feminismos y la izquierda pueden desafiarlo respondiendo en dos niveles. 

En primer lugar, ofreciendo una explicación clara del fascismo que explique en qué se diferencia del autoritarismo y por qué conduce a la destrucción total.

Y en segundo lugar, ofreciendo una visión humanista decididamente socialista que se distinga de los Estados autoritarios que se autodenominan socialistas. Esta visión debe abordar la alienación capitalista, ya sea en el lugar de trabajo, en las relaciones de género, en la familia, en la educación, en la salud pública, en el medio ambiente o en nuestra sociedad multicultural, multiétnica y multirracial en su conjunto.

Frieda Afary

Bibliotecaria irano-estadounidense. Vive en los Los Ángeles y es autora de Socialist Feminism: A New Approach (Feminismo socialista: un nuevo enfoque, Pluto Press, 2022) y coordinadora de Iranian Progressives in Translation (Progresistas iraníes en traducción) y Socialistfeminism.org.

Iranian American librarian in Los Angeles and author of Socialist Feminism: A New Approach (Pluto Press, 2022), producer of Iranian Progressives in Translation and Socialistfeminism.org.

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