A machismo militante, amistad política entre mujeres

Compañera de la región Chatina marchando en 2020. Foto: Archivo de OIDHO

Fragmento de libro • Guiomar Rovira • 4 de julio, 2025 • Read in English

Compartimos el prólogo de La lucha dentro de la lucha de Irene Ragazzini, publicado recientemente de manera conjunta por El Rebozo y Bajo Tierra Ediciones. Los retos políticos de las mujeres en organizaciones sociales mixtas —que es el subtítulo del libro— son abordados por Ragazzini tras compartir múltiples conversaciones con las mujeres que conforman Organizaciones Indias por los Derechos Humanos en Oaxaca (OIDHO), una instancia de articulación que acumula años de esfuerzos organizativos y de lucha en esa región de México.  —Eds.

La lucha dentro de la lucha no podría haber sido escrito sin la experiencia encarnada de su autora, sin su participación en procesos organizativos de mujeres a lo largo de su vida. Irene Ragazzini teje y entreteje las vivencias compartidas con las mujeres de las comunidades y pueblos indígenas organizados.

Es difícil leer y entender lo que nos plantea Irene Ragazzini en esta minuciosa investigación: los procesos populares sufren derrotas no sólo por la cooptación, no solo por ser vencidos por el enemigo, sino también por sus dinámicas internas. 

Muchas veces la perversa orientación patriarcal esparce de manera fractal las opresiones y silenciamientos del Estado que se pretende combatir, la dominación sobre los cuerpos feminizados se reproduce con el machismo estructural y el abuso de poder. 

Toda esa torsión inscrita en lo íntimo y en lo público de las militancias hace difícil alcanzar ese otro mundo posible por el que se trabaja tanto.

Por eso Irene nos advierte de la importancia de tomar en serio la despatriarcalización de las luchas. Y para ello, es imprescindible empezar con espacios “entre mujeres”, espacios que permiten generar una potencia propia para cambiar las formas de la organización y su capacidad de incidencia. 

El feminismo indígena-comunitario que se expone en este libro no busca romper con los hombres, sino construir con ellos una lucha común. 

OIDHO es una organización social mixta establecida en comunidades zapotecas y chatinas de Oaxaca, México, una región sometida al caciquismo y la contrainsurgencia, los intereses extractivos, los conflictos agrarios y las disputas electorales. 

Primero, las mujeres de esta organización iban a las asambleas, pero no participaban. Poco a poco empezaron a intervenir, pero tardaron 16 años en llegar a hacerlo plenamente y en asumir cargos. Al final, ellas pasaron de ser inexistentes a imprescindibles para la toma de decisiones políticas y para los cargos comunitarios.

La amistad es política

Las mujeres que participan en política tienen que contradecir el “deber ser” como mujeres que les asigna cuidar del esposo, las infancias, los ancianos y dependientes. Por eso no acaba ahí su cometido: tienen que transformarse personalmente frente a y con otras mujeres para lograr construir entre todas una visión positiva y potente de sí mismas, una amistad política que anule la disciplina descalificadora de unas a otras y de todos contra ellas. 

Después, deben enfrentarse unidas a la organización social mixta y a los maridos, padres, hermanos y compañeros para exigir su lugar, demostrar su valía y, por último, superar todos esos miedos para acceder a ser líderes en la comunidad. 

Creo que la pregunta más difícil de resolver que se hace Irene es la siguiente: ¿qué implica para las mujeres participar políticamente? Tomarse en serio esta interrogante nos abre a una dimensión desconocida. Sabemos lo que es para ellos: la tentación de la figura del héroe, los ejemplos históricos, el sacrificio, la convicción superior, la causa del pueblo, la airada indignación. 

Para saber qué implica participar para las mujeres, es preciso abandonar ese revestimiento mítico masculino y acercarnos a los pasos encarnados, en singular y en colectivo, que algunas mujeres han dado. En este libro, son las mujeres de OIDHO las que nos guían e iluminan el camino. 

No es solo enfrentar la frustración y la inseguridad de género interiorizada, sino también las reacciones de la participación en todas las escalas. El control y el disciplinamiento comunitario hacen que muchas no puedan superar el qué dirán.  Además, las mujeres tienen demasiado trabajo. Eso nos lo deja claro esta investigación. Si participan, se enfrentan a las dificultades para sostener la crianza, la atención a la familia, las labores interminables que abarcan la totalidad del tiempo de ellas.

Por eso, militar políticamente es deconstruir la idea misma de qué es ser mujer, atreverse a romper esas constricciones, acabar con la etiqueta de menores de edad eterna. Exponerse a ser objeto de todo tipo de rumores: si sale del pueblo es que se va en busca de otro, se es una puta. Al marido es al que alcanza el descrédito y quien va a encargarse de poner riendas: él es el burlado cuando la esposa se convierte en dirigente, viaja y participa. 

Por eso, no todas las mujeres se animan. Lo habitual es dejar las cosas como están. Una estrategia de supervivencia que garantiza sufrir menos, porque además no alcanza la energía, la urgencia está en lo inmediato, atender el día a día de las crianzas, las personas dependientes, el esposo, los suegros. 

Porque lo que nos muestra Irene Ragazzini es que la participación de las mujeres cuando ocurre es porque se sostiene en colectivo y ahí la gratificación es mucha y se multiplica. Aparece la perla alrededor de la cual intentamos pensar: ¿cómo se construye la amistad política entre mujeres? Esa capacidad de sostenerse unas a otras que permite no hacer audible la imposición del silencio, la difamación y la crítica.

Luchar contra mandatos machistas

En las organizaciones sociales del México rural vemos emerger un feminismo popular, indígena y comunitario, a la vez cosmopolita, que impulsa la lucha común contra la injusticia y el despojo. Pero la lucha dentro de la lucha no es fácil. Sólo puede darse a partir de la toma de conciencia de la propia subordinación. 

Solo ahí, en el espacio separado, en el encuentro entre mujeres, se hila la confianza de unas en otras, solo ahí puede aparecer una fuerza compartida que habilita un lugar político en la organización mixta y que permite demostrar su capacidad para hacer aportaciones valiosas.

Varios son los problemas que enfrenta este feminismo popular: los hombres militantes sienten que la participación de las mujeres no es su problema, que mejor ni se meten, que es cosa de ellas. Y segundo, los movimientos sociales de izquierda han despreciado las luchas feministas frente a una ideología que antepone la redistribución económica a todo otro eje de transformación.

El machismo militante ha construido un sistema piramidal de prioridades en su lucha contra el poder. Por eso considera que cuando por fin se haya derrotado al capitalismo se podrán abordar los “asuntos de las mujeres”. La sospecha de que hacerlo antes supone acabar con la unidad del grupo, pende aún en todos los ámbitos activistas mixtos. Y a muchas se las ha llamado divisionistas por querer juntarse entre mujeres para cobrar conciencia y fuerza política.

Este libro funciona a mi modo de ver como un manual donde entender cuál es “el mandato de masculinidad militante” y cómo combatirlo. 

El macho militante está fascinado por el heroísmo, las armas, la afirmación sexual a través del poder político. Hace del conflicto un fetiche, adora el protagonismo y su ego le ciega en el camino. 

Ragazzini nos invita a pensar cómo acabar con el orden patriarcal tan arraigado en la cofradía masculina de izquierdas, cómo crear mecanismos autónomos de justicia antipartriarcal que no dependan del Estado, cómo asumir estas contradicciones dentro de las propias organizaciones. 

Es terrible cuando la autora explica la realidad constatada de que para las mujeres es más fácil denunciar la violencia intrafamiliar que el abuso sexual de sus líderes políticos. Por eso, la amistad política entre mujeres es un proyecto revolucionario colectivo. Contra el orden persecutorio, el error en el sistema es la amistad política entre mujeres. 

La amistad política es una decisión y un anhelo, un proceso de reconocimiento donde aprendemos a admirarnos, a estar unas para las otras, a cuidar y merecer ser cuidadas. Nos permite ayudarnos, escucharnos y vernos para poder participar. 

Guiomar Rovira

Guiomar Rovira es profesora del Área de Ciencia Política de la Universitat de Girona y autora de cinco libros. Es especialista en movimientos sociales y comunicación, feminismos y redes digitales. Foto © Natalia del Carmen.

Guiomar Rovira is a professor of Political Science at the University of Girona and author of five books. She is a specialist in social movements and communication, feminisms and digital networks. Photo © Natalia del Carmen.

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