Policía de Toronto ‘aterroriza’ a activistas pro Palestina

Foto en tonos violeta de los enormes ventanales y el letrero con el nombre de la librería Indigo. En los vidrios se reflejan edificios, tiendas y coches de una calle en Toronto.

Foto: The Breach.

Reportaje · Martin Lukacs · 30 de noviembre, 2023 · Originalmente publicado en The Breach · Read in English

El miércoles 22 de noviembre a las 5:30 de la mañana, Sharmeen Khan se despertó y vio a un agente de policía en su habitación alumbrándole la cara con una linterna.

Al poco tiempo ya había varios policías en el pasillo de su casa. Le ordenaron que se levantara, observaron a su pareja y a ella vestirse, y la esposaron.

Luego registraron de arriba a abajo el apartamento de la contadora y educadora de Toronto: vaciaron los cajones, arrojaron la ropa sobre la cama, sacaron decenas de carteles de sus tubos y los tiraron por todo el domicilio.

En distintas zonas de la ciudad, las casas de otras seis personas también estaban siendo allanadas. Policías rompieron puertas, confiscaron computadoras y celulares y esposaron a todo aquel que estuviera presente, incluyendo adultos mayores, perturbando y angustiando a las familias.

Es un estilo de operación que, según un experto policial, debe haber costado cientos de miles de dólares, si no es que millones, y que suele reservarse para redadas de “armas o drogas”.

Pero el presunto delito en este caso es muy distinto: pegar carteles y arrojar pintura roja lavable sobre los ventanales de una librería Indigo en Toronto.

La protesta contra la CEO de Indigo, Heather Reisman, quien dirige una fundación que apoya a extranjeros para que se enlisten en el ejército de Israel, está siendo “tratada como un presunto delito por motivos de odio”, según un comunicado de prensa de la policía.

Pero abogados y organizaciones judías progresistas denuncian que las detenciones y acusaciones son un intento de “silenciar” el activismo solidario con el pueblo palestino, que ha soportado bombardeos israelíes en Gaza durante las últimas seis semanas.

Consideran que Reisman es un objetivo de protesta totalmente legítimo, especialmente en un momento en que el ejército israelí ha asesinado a 14 mil palestinos, muchos de ellos niños, y en que expertos de la ONU alertan de un “riesgo de genocidio”.

“Que policías armados allanen casas de activistas para ejecutar órdenes judiciales de madrugada es un exceso atroz”, dijo Irina Ceric, profesora adjunta de la Facultad de Derecho de la Universidad de Windsor. "Parece un intento de intimidar y aterrorizar a estos activistas".

Las acusaciones de crímenes de odio son “ridículas”, dicen organizaciones judías

Cuando los carteles y la pintura fueron colocados en Indigo, en las calles Bay y Bloor el pasado 10 de noviembre, los titulares de la prensa fueron casi unánimes: se trataba de un acto motivado por el odio.

El titular de Global News fue: “Una tienda Indigo de Toronto salpicada con pintura roja y carteles, atacando a fundadora judía”. CTV salió con: “‘Vil ataque antisemita’: Policía investiga graffiti contra CEO de Indigo fuera de la tienda en el centro de Toronto”. Incluso el crítico de medios independiente Jesse Brown, de Canadaland, tuiteó que una “librería de propiedad judía [fue] vandalizada”.

La mayoría de la cobertura omitió mencionar que, durante más de 15 años, activistas de diversas organizaciones han hecho campañas para boicotear a Indigo por el apoyo de la CEO Reisman a las fuerzas armadas israelíes.

Rachel Small, organizadora judía que trabaja con Jews Say No to Genocide (Judíos dicen no al genocidio) y World Beyond War (Mundo más allá de la guerra), dijo que calificar estas acciones de antisemitas o de crímenes de odio es “ridículo”.

“Las organizaciones judías llevan años exponiendo a Reisman y sus acciones militares a favor de Israel”, declaró. “Ella se ha propuesto como misión, a través de su fundación, facilitar fondos económicos directamente a ciudadanos canadienses para que se unan a un ejército israelí que ahora está perpetrando un genocidio en Gaza. La cobertura profundamente irresponsable de los medios de comunicación ha amplificado una historia engañosa y ha sentado las bases para que la policía de Toronto investigue indebidamente este hecho como un crimen de odio”.

Creada en 2005, la Fundación HESEG ofrece becas a personas extranjeras para incentivarlas a unirse al ejército israelí y continuar sus estudios en Israel.

Para recibir la beca, estos “soldados solitarios” deben enlistarse en el ejército israelí y cumplir un periodo de servicio activo —lo que genera críticas de que Reisman está contribuyendo a las violaciones de derechos humanos cometidas por el ejército israelí en los territorios palestinos ocupados.

Según datos de la Agencia Canadiense de Ingresos (CRA), la fundación entregó al menos 5.5 millones de dólares en becas y financiamientos en 2022 y 6.5 millones en 2021.

Los carteles pegados en la tienda Indigo el 10 de noviembre mostraban una portada satírica de un libro, titulado “Financiando genocidios”, con el sello “Selección de Heather”, y una cita ficticia que decía: “Me encanta usar las ganancias de tus compras para financiar al ejército israelí y bombardear a civiles”.

La llaman CEO y “Amante en Jefe de la Ocupación”.

Ceric dijo que el comunicado de prensa de la policía de Toronto, en el que se afirma que la investigación está siendo “tratada como un presunto delito por motivos de odio”, parece estar diseñado para confundir, insinuando que ya se han presentado cargos por crímenes de odio y sugiriendo que la policía considera inevitable que el Fiscal General autorice estos cargos.

The Breach solicitó una declaración de la policía, pero al cierre de esta publicación no obtuvo respuesta.

Redadas normalmente reservadas para ‘armas y drogas’

Kevin Walby, profesor asociado de justicia penal en la Universidad de Winnipeg y experto en tácticas policiales, dijo que “nunca había visto” un operativo policial y una investigación por crímenes de odio de este tamaño por colocar carteles o salpicar pintura en propiedad privada.

“Este tipo de operativo es más típico de una orden de alto riesgo que involucra a uno o dos sospechosos que portan armas o drogas”, dijo Walby. “O es lo que uno esperaría de una intervención contra un grupo de odio organizado que estuviera planeando atacar inminentemente y con armamento a otro grupo”.

Walby dijo que un operativo de esta magnitud habría costado cientos de miles de dólares, si no es que millones. Habría requerido la autorización de muchas personas, incluyendo superintendentes y posiblemente hasta el jefe de la policía.

“La policía no está actuando como la diosa ciega de la Justicia, de forma imparcial”, dijo Walby. “Están siendo influenciados por la deslegitimación de las protestas de solidaridad con Palestina por parte de medios de comunicación y políticos”.

Walby también sugirió que la policía canadiense podría mantener "lealtades" con sus equivalentes israelíes.

Anteriormente, jefes de policía de todo Ontario han viajado a Israel para asistir a eventos organizados por la policía israelí.

La policía canadiense también asesora y capacita a las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina en Cisjordania, que son respaldadas por Israel. Amnistía Internacional ha documentado que estas fuerzas ejercen una “escalofriante campaña de represión reprimiendo las protestas pacíficas con fuerza ilegítima, persiguiendo a periodistas, activistas de la sociedad civil y abogados con detenciones arbitrarias y torturando a los detenidos”.

Walby dijo que los arrestos tenían “una clara motivación política”. 

“Si la policía estuviera interesada en frenar actividades motivadas por el odio, no sería difícil encontrarlas. Pero la policía parece estar desesperada por intimidar a este movimiento, disuadir a la gente de reunirse en las calles e impedirles realizar acciones directas por la libertad y la justicia para el pueblo palestino”.

“Perseguir a activistas pacifistas imputándoles cargos ‘motivados por el odio’ deslegitima lo que sí es un crimen de odio. Un delito de odio como atacar a alguien por su nacionalidad, etnicidad, sexualidad o religión es una acusación muy grave. Pero eso no tiene nada que ver con lo que pasó. Más bien, parece que la policía se ha abalanzado a desplegar una campaña sucia contra personas que pegaron unos cuantos carteles”.

Las consecuencias de una campaña ‘sucia’

Entre los detenidos hay organizadores comunitarios, profesores, trabajadores jurídicos y activistas sindicales.

Según organizadores al tanto de los casos, siete casas fueron invadidas entre las 4:30 y las 6:00 de la mañana.

Patrullas de policía vigilaron una casa durante toda la noche, asustando a sus habitantes.

En otra casa, padres de familia fueron esposados frente a sus hijos.

En otra más, los policías ordenaron a los miembros de una familia que no hablaran su lengua materna, que no era el inglés.

Otra persona no estaba en casa la mañana en que llegaron los policías, por lo que éstos derribaron su puerta. La persona regresó más tarde ese día y encontró la puerta arrancada de las bisagras, la casa totalmente accesible y una silla del patio trasero tirada en el jardín delantero.

Según los organizadores, la policía ya tenía órdenes de aprehensión a la 1 de la tarde del día anterior, lo que significa que las detenciones pudieron haberse realizado de día.

“La policía tenía órdenes de aprehensión, por lo que podrían haber llegado a una hora más normal”, dijo Ceric, la profesora de derecho de la Universidad de Windsor. “No había sospechas de violencia en esta situación, ni de que hubiera armas que pusieran en peligro a nadie. Era totalmente innecesario ejecutar las órdenes de esta manera”.

Una persona había sido detenida la semana anterior, y otras tres se entregaron el jueves 23. Todos están citados a comparecer ante tribunal en enero de 2024.

Cuando Khan finalmente fue puesta en libertad el miércoles 22 de noviembre por la tarde, encontró su casa en el oeste de Toronto hecha un desastre.

Desde el operativo de madrugada, ha tenido problemas para dormir.

Y desde que los nombres de los detenidos fueron difundidos por la policía y publicados en la primera plana del periódico Toronto Sun, las cuentas de redes sociales de Khan han sido inundadas con mensajes racistas y sexistas, incluyendo insinuaciones de que debería ser violada.

“Tengo miedo de que la gente averigüe dónde vivo”, dijo. “Hay mucho odio real ahí afuera”.

Martin Lukacs

Martin Lukacs es periodista de investigación y editor en jefe de The Breach. Fue redactor de medio ambiente en The Guardian, y ha escrito para The New York Review of Books, Toronto Star, Walrus, CBC y otras publicaciones canadienses. Es autor de La fórmula Trudeau: Seducción y traición en una era de descontento.

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