La cara represiva de Claudia Sheinbaum

Claudia Sheinbaum durante su último informe de gobierno en junio del 2023 en el Monumento a la Revolución en la Ciudad de México. Foto: María Ruíz.

Reportaje • Eliana Gilet • 15 de septiembre, 2023 • Read in English

Envuelta en el aura que la proyecta como la futura primera mujer presidenta de México, Claudia Sheinbaum parece personificar al feminismo igualitario. Esta semana, Sheinbaum fue seleccionada como representante de Morena—el partido en el gobierno—abriendo su camino para las elecciones nacionales de 2024. 

Aunque es una mujer de larga carrera política, hoy recibe críticas algo patriarcales que la atan a la sombra del Presidente Andrés Manuel López Obrador. Formada en física e ingeniería, su interés por temas ambientales y su militancia en el antiguo Partido de la Revolución Democrática (partido que en los año 90 nucleaba a la izquierda electoral) le valieron su primer cargo público en el año 2000, como Secretaria de Medio Ambiente en el gobierno que López Obrador ejerció en la Ciudad de México. Luego estuvo al frente de unas de las 16 alcaldías de la capital hasta que su figura pública explotó al ser electa como jefa de gobierno de la CDMX en julio de 2018. 

Pero durante los últimos dos años de su gestión de la Ciudad de México, la falta de comunicación le abrió un flanco. Eso provocó distancia con algunas organizaciones de mujeres y feministas de base, quienes sufrieron las consecuencias de la cerrazón que asumió Sheinbaum ante sus reclamos. 

El caso más sonado fue el desalojo de la “Okupa Cuba”, cuando Sheinbaum resolvió con la policía un conflicto que, de fondo, planteaba la orfandad institucional que aqueja a las familias víctimas de la violencia en México. Exigieron su atención con una medida radical: tomar la sede de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) ubicada en la calle República de Cuba #60, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, para convertirla en un albergue de mujeres víctimas y solidarias. 

La toma de la CNDH ocurrió el 7 de septiembre de 2020. Evidenció la irrupción de una generación de mujeres muy jóvenes, incluso menores de 18 años, en quienes resonó particularmente el grito por el fin de la violencia machista, que se expandió en el continente desde el surgimiento en 2015 del Ni una menos en Argentina. La Okupa era un espacio punk y grafiteado que desarrolló múltiples conflictos internos que la fueron aislando, de restringido acceso para la prensa y aún más difícil diálogo con el gobierno, el cual optó por desalojarla el 15 de abril de 2022. 

“Para el movimiento social, la Okupa fue un hecho histórico, que por diversas circunstancias terminó sin el peso que tuvo al principio”, dijo en entrevista Karen Castillo, fotoperiodista y vocera del Colectivo por la liberación de Karla Tello y Magda Soberanes, fundado cuando las dos activistas fueron encarceladas, producto del desalojo. “Cuando fueron desalojadas las compañeras, la situación había cambiado mucho”.

Tello y Soberanes pasaron diez meses presas en el penal femenil de Santa Martha Acatitla, al oriente de la ciudad de México, por posesión simple de marihuana, pero fueron absueltas en febrero de este año. Hoy pesa sobre ellas un proceso en libertad condicional por robo y una tercera causa que está iniciando, donde la CNDH y el Instituto de Antropología e Historia (INAH) las señalan por despojo y daños a inmueble histórico.

Hoy las dos mujeres, consideradas las primeras presas políticas feministas en la Ciudad de México, acusan al Estado por tortura y fabricación de delitos. Castillo señaló que el uso de la justicia penal como herramienta para resolver un conflicto social se reforzó con la apertura de 15 carpetas de investigación contra otras integrantes de la Okupa, que menguaron su participación o la retiraron por completo. El uso de infiltrados y policías de civil en las manifestaciones feministas en la ciudad fue evidente y desestabilizó al movimiento. 

Su respuesta fue sistematizar los eventos represivos en el Observatorio Memoria y Libertad entre los que Castillo destaca el asedio policial que sufrieron durante tres días las mujeres de la comunidad Triqui tras su desalojo violento y en la madrugada del plantón que mantenían en la zona del Palacio de Bellas Artes.

Una pancarta en la Ciudad de México el 8 de marzo, 2023. Foto: Dawn Marie Paley.

Negociar o no

Los negocios turísticos y de bienes raíces en la Ciudad de México hicieron sentir su peso político en la negativa de Sheinbaum a aceptar que la Glorieta de las mujeres que luchan se instalara sobre la Avenida Reforma, al ser depuesta la estatua de Cristóbal Colón, un simbólico 12 de octubre de 2021. La toma del pedestal vacío y su resignificación como la Glorieta de las mujeres que luchan fue promovida por un “colectivo de colectivos” que juntó mujeres de más variado estrato organizativo que las morras de la Okupa. Tomaron el espacio, literalmente, des-colonizando la Glorieta con “Justicia”, como bautizaron a la figura que lo sustituyó.

Contrario a lo ocurrido previamente con una decena de Anti-monumentos —surgidos como espacios autogestivos de memoria en zonas céntricas de la capital— ni la Glorieta de las mujeres que luchan, ni la Glorieta de las y los Desaparecidos (tomada el 8 de mayo de 2022) han sido aceptadas por Sheinbaum.

Marcela, una mujer que participó desde el principio en la toma de la Glorieta pero prefirió no revelar su apellido por temor a represalias, contó en entrevista con Ojalá que buscaron dialogar con el gobierno desde la toma, pero fueron ignoradas hasta un año más tarde. Fue entonces que hicieron un plantón para oponerse a la sustitución de “Justicia” por otra imagen que Sheinbaum respaldaba, llamada “joven de Amajac”. 

Las de la Glorieta la resistieron hasta que una madrugada, sin aviso ni explicación, la escultura de Amajac fue instalada enfrente, sobre la banqueta de un edificio en proceso de construcción. Las mujeres intuyen que esa obra inmobiliaria es una de las razones para el férreo rechazo oficial del anti-monumento.

Las promotoras de la Glorieta vieron que la maqueta vecina proyectaba que ese pedazo de la ciudad fuese puesto al cuidado de la empresa constructora, como un área dónde ejercer su “responsabilidad social” y deducir impuestos.

Esto tiene lógica, dada la cercanía que tiene Sheinbaum con el lobby inmobiliario. Esto se hizo públicamente evidente y criticado cuando firmó un acuerdo con la plataforma de alojamiento temporal AirBnB para atraer nómadas digitales a la Ciudad. Mientras tanto, permitió que los desalojos arbitrarios dejaran sin casa a más de tres mil familias mexicanas por año en la capital. 

Sheinbaum como jefe de gobierno el octubre 2022. El civil a su derecha es Omar García Harfuch. Foto: Twitter.

Discurso y realidad

Para Carla Ríos, de la Brigada Marabunta, organización social con larga trayectoria en la mediación de conflictos en manifestaciones en la Ciudad de México, hubo dos momentos respecto a la manifestación social en el tiempo que Sheinbaum ejerció el poder capitalino. “Ella manejaba públicamente un discurso de que no habría agresiones ni detenciones y también la desaparición del cuerpo de granaderos, que era buena idea”, dijo Ríos. “En el trato directo con ella, había ciertas luces, porque cumplía los acuerdos que se trabajan en las mesas”.

El giro del gobierno de Sheinbaum, señaló Ríos, estuvo signado por un hecho represivo en una manifestación del bloque negro, en la Embajada de Estados Unidos, desde donde los funcionarios de la propia Embajada dispararon contra los manifestantes con pistolas accionadas por gas carbónico o “gotcha”, munición que no tienen las policías mexicanas.

Era la tarde del 5 de junio de 2020, Sheinbaum tenía un año y medio en el poder. Un grupo de jóvenes anarcos habían convocado una marcha por el asesinato de George Floyd en Estados Unidos y de Giovanni López, en Jalisco —ambos asesinados por policias. La acción derivó en una larga caminata desde la Embajada hasta el barrio de Polanco, donde puede hallarse el metro cuadrado más caro de la ciudad para vivir. 

Allí, la policía asumió una actitud de persecución y enfrentamiento tal contra los manifestantes que, en una carga policial, una adolescente de 15 años fue pateada en la cabeza por un uniformado y cayó inconsciente. 

“El episodio de Polanco es un reto para quien esté en la contienda de Gobierno porque, ese día, como muchas veces, pareció que la policía actúa bajo su propia lógica y normas”, dijo Ríos. 

Tanto la Okupa Cuba como la Glorieta de las mujeres que luchan llegaron después de este evento, durante el proceso de cerrazón del gobierno, explicado por la salida de una parte de su equipo, en particular de los subsecretarios Rosa Icela Rodríguez y Arturo Medina, del titular del programa de Derechos Humanos Froylan Enciso y del director Alfonso Suárez del Real, quien dejó el gobierno en enero de 2022. 

Sheinbaum mostró su acercamiento a Omar García Harfuch, su Secretario de Seguridad Pública. A pesar de haber participado encubriendo a los responsables en el caso Ayotzinapa, Harfuch hoy es el gallo de Sheinbaum (su preferido) para ocupar el cargo que ella dejó, al frente de la megalópolis mexicana. Harfuch dejó su cargo esta semana, para sumarse a la campaña de la candidata.

La falta de diálogo que caracterizó esta etapa en la que paulatinamente su gobierno se alejó de las bases sociales organizadas pautó una distancia entre Sheinbaum con algunas mujeres y feministas de base, que no ha logrado achicarse.

Al preguntarle a las mujeres que fueron fuente de esta nota sobre el carácter feminista de Sheinbaum, Castillo y Marcela coincidieron en marcar una distancia de clase. Señalan que la candidata representa un “feminismo blanco”, que deja de lado los reclamos por justicia social de las de abajo. Por su lado, Ríos dijo que más allá de su opinión sobre Sheinbaum, que haya una mujer ocupando la presidencia del país es una victoria del feminismo mexicano.

Aunque el camino para su ascenso al principal puesto electoral del país esté abierto, el trayecto político de la candidata también ha quedado marcado por cómo decidió usar su poder desde el Gobierno para resolver el conflicto social.

Eliana Gilet

Reportera independiente uruguaya radicada en México. Cooperativista en el Semanario Brecha de Montevideo. Fundó en México la Cooperativa de periodismo, junto a Ernesto Alvarez, que produce reportajes para medios aliados y redes sociales.  // Independent journalist from Uruguay based in Mexico City. Collaborator with the Brecha Weekly in Montevideo. Co-founder with Ernesto Alvarez of the Journalism Cooperative in Mexico, which produces reporting for allied media and social networks.

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