Discurso marginado: Voces desde la izquierda crítica cubana

Ilustración de la isla de Cuba, con textura rugosa sobrepuesta en color rosa, enmarcada por líneas curvas color verde agua.

Ilustración de @todoslosrugidos para Ojalá.

Opinión • James Buckwalter-Arias • 4 de octubre de 2023 • Originalmente publicada en la revista New Politics en agosto, 2023 • Read in English

Este texto es el primero de una serie de seis textos de diferentes autores con perspectivas críticas a la izquierda cubana. Publicaremos una entrega por mes en Ojalá —Eds.

Demasiados de los que vivimos fuera de Cuba y nos identificamos con la izquierda internacional hemos incumplido el deber elemental de escuchar detenidamente a nuestros homólogos en la Isla —es decir, a los que comparten con nosotros fundamentales preceptos de izquierdas— sin por ello formar parte de los aparatos institucionales del poder. Demasiados hemos depositado una confianza pasiva en los que hablan desde posiciones de poder, hemos tendido a aceptar que el discurso oficialista corresponde de modo adecuado a una supuesta voluntad colectiva, hemos tendido a aceptar que Revolución, gobierno y pueblo constituyen partes de un todo más o menos coherente —aun cuando nuestros homólogos en Cuba nos instan a cuestionarlo.

Si bien abundan importantes excepciones —notables críticas desde la izquierda de las estructuras del poder en Cuba— demasiados hemos concedido que el disenso en Cuba suele surgir de la derecha ideológica y que este disenso se patrocina y se manipula desde el exterior. Existe, por supuesto, una campaña mediática, autorizada por la ley Helms-Burton y financiada por organizaciones como el Fondo Nacional para la Democracia (NED) y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Es verdad, desde luego, que millones de dólares se destinan todos los años a grupos opositores en los Estados Unidos y en Cuba. Es un hecho comprobado que no tiene nada de trivial.

Pero no por esto se puede concluir que el disenso en Cuba emana necesariamente desde tierra firme como resultado del eufemismo utilizado por la ley Helms-Burton: “esfuerzos de construcción de democracia”. Si sacamos esta conclusión infundada, si hacemos la vista gorda al disenso autóctono que el discurso oficialista en la Isla denigra y al que las organizaciones patrocinadoras en Estados Unidos le dan la espalda, negamos de esta manera la fundamental agencia política que ejercen tantos cubanos de a pie.

La izquierda oculta y alejada del poder

Existen, desde luego, izquierdas políticas cubanas que critican, que disienten, que son marginadas o suprimidas, izquierdas inconformes, activistas, izquierdas que no cuentan con plataformas mediáticas ni en la Isla ni en ultramar, ya que por un lado las perspectivas anti-imperialistas o anti-capitalistas no siempre tienen cabida en la prensa independiente o extra-estatal cubana, mientras que por otro lado las críticas al gobierno cubano suelen excluirse de la prensa “progresista” en inglés en Estados Unidos.

El panorama mediático en América Latina es distinto, pero tras múltiples y extensas conversaciones con personas de la región, observo que muchos que dicen ser “de izquierdas” todavía romantizan la revolución cubana. Por eso, es importante que las voces de este foro sean difundidas también en castellano.

Hablamos de una izquierda excluida, entonces, una izquierda pluralista, una constelación de voces sin órganos centrales, sin organizadas instituciones políticas. Las voces que se incluyen en estos textos, entonces, no hablan por una izquierda unida ni coherente. Ofrecen, sencillamente, unas perspectivas desde la izquierda política tal y como los autores definen esta categoría.

Cuando las publicaciones “progresistas” en Estados Unidos o en otros países industrializados no traducen ni difunden aquellas voces cubanas que se empeñan en articular un riguroso y sostenible discurso de izquierdas —bajo condiciones mucho más difíciles y peligrosas de las que podemos imaginar desde nuestro lugar de enunciación— cedemos el terreno de la crítica a la derecha. Concedemos, en efecto, que la única alternativa al modelo cubano es el de la democracia liberal occidental, la Pax Americana, la desenfrenada restauración capitalista y la de Cuba como estado cliente de Estados Unidos.

Aceptamos, pasivamente, que las únicas voces autorizadas para responder a la hostilidad y la intervención estadounidenses son las que hablan desde el poder institucional en Cuba. Pero el objetivo primordial del gobierno cubano, así como el de todos los gobiernos, incluyendo los gobiernos de las democracias liberales, es mantenerse en el poder. Esto no es noticia para nadie. Pero el hecho debe impulsarnos a comprometernos con los que no ocupan posiciones de poder, tanto dentro como fuera de Cuba.

La prensa progresista en los Estados Unidos ha tendido a contraponerse al discurso de los hardliners y a su objetivo de cambio de régimen en Cuba con una mezcla de apología revolucionaria y discurso anti-imperialista, pero a la vez ha tendido a excluir las voces que rechazan las dicotomías ideológicas que han estructurado los debates. Pero este rechazo es necesario para una comprensión cabal de la realidad, como lo demuestra Alina Bárbara López Hernández en su reflexión.

En términos generales los medios “progres” les han concedido poco espacio a las voces mejor posicionadas para criticar tanto el gobierno autoritario y represivo en Cuba como el gobierno hostil e intervencionista al norte, marginando de este modo a los intelectuales cubanos más agudamente conscientes de los límites que su propio gobierno impone diariamente sobre su trabajo, sobre su desarrollo profesional, y hasta sobre su propia seguridad y libertad personal.

Estos intelectuales son los mismos, desde luego, que se encuentran mejor posicionados para analizar los mecanismos de la campaña mediática financiada desde Estados Unidos, sus distorsiones, por ejemplo, o sus incentivos económicos para escritores y artistas en el archipiélago, como sugiere Raymar Aguado Hernández en su reflexión.

Cuando de Cuba se habla, estos escritores tienen una irrebatible ventaja epistemológica sobre nosotros, pero con frecuencia leemos en las páginas de la prensa “progre” lo que opinan los izquierdistas angloestadounidenses de una Cuba ajena a nuestra realidad —incluyendo lo que proclaman las estrellas de la farándula— en lugar de leer los que articulan desde Cuba y fuera de los centros de poder los discursos anti-autoritarios, anti-imperialistas, anti-neoliberales o anti-capitalistas, anti-racistas, feministas, discursos LGBTQ o de socialismo democrático.

De este modo, los medios progresistas reproducen una dinámica neocolonial en la que los intelectuales estadounidenses de izquierdas se arrogan la autoridad para hablar de los cubanos para un público anglohablante sin antes intentar comprender lo que piensan nuestros homólogos.

El objetivo de esta colaboración entre varios autores, entonces, es contribuir a la visibilización de un pequeño número de intelectuales en este campo más bien extenso, profundo y diverso, de unos intelectuales cuyas voces no se han escuchado lo suficiente ni en inglés, en Estados Unidos por ejemplo, ni en muchos países latinoamericanos, y también para hacer un llamado en favor de la traducción y publicación de escritos más extendidos de estos y otros intelectuales para así contribuir a un proyecto más genuinamente colaborativo, solidario, descolonizador.

James Buckwalter-Arias

Profesor de lenguas y literatura en Hanover College en Indiana, Estados Unidos. Ha publicado varios artículos sobre la literatura cubana pos-soviética, un libro sobre la “recuperación” del grupo literario Orígenes en los años 90 (Boydell and Brewer, 2010), y últimamente ha estudiado e interrogado el pensamiento de izquierdas hacia Cuba.

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